STAR WARS:
THE FORCE AWAKENS
(USA; 2015)
Han pasado más de diez años desde que la última película de Star Wars, Episode III: Revenge of the Sith, invadiera las pantallas de cine y casi 40 años de que la original se estrenara, allá en el año 1977. Muchos pensaron que Star Wars se había acabado para siempre -y por fortuna, tras la desastrosa "nueva" trilogía que precediera cronológicamente a la original y que dirigiera un venido a menos George Lucas-, y no fue poca la sorpresa -y el horror- cuando se anunció la nueva "nueva" trilogía poco después de que, en 2012, Walt Disney comprara a Lucasfilm. El resultado es que, tras 200 millones de dólares de inversión en la película, y alrededor de otros 250 millones para publicidad, se ha estrenado finalmente el nuevo episodio de esta legendaria saga y la primera de tres películas ya confirmadas: Star Wars: The Force Awakens.

La película no es dirigida por George Lucas -cuya, en un principio promisoria, carrera se ha ido desmoronado en relación inversa al dinero que ha ganado como productor- sino por J. J. Abrams, quien ha dirigido películas como Armageddon, las dos más recientes producciones de Star Treck, y reconocidas producciones para televisión, como Alias, Lost y Fringe. Este cambio no pudo haber caído mejor a la desgastada saga, y esto debido no sólo a que ha quedado más que demostrado que George Lucas no pudo mantener respeto ni siquiera a su propia creación, sino porque la visión de J. J. Abrams parecía capaz de hacer honor al espíritu original de la que quizás sea la franquicia más querida de la historia del cine. Abrams tuvo a su cargo un ensamble de actores excepcional que incluye a muchos de los actores de la trilogía original más otras jóvenes promesas, y entonces se dio a la tarea de dar vida de nuevo a esta historia intergaláctica.

Desde el primer segundo de la película el observador cuidadoso notará que no aparece el logo de Disney en ningún momento, sino tan sólo el de Lucasfilm lo que despierta los ánimos de más de un espectador de la sala. La nostalgia aflora desde el primer minuto hasta que termina por explotar cuando la conocida música introductoria de John Williams comienza y el típico texto introductorio de cada película aparece en pantalla. A partir de este momento, y como ya se ha hecho costumbre en toda producción que pretende revivir una vieja franquicia, la película apuesta por el sentido de nostalgia para provocar emociones en la audiencia aunque, en este caso, también se introducen nuevos y ricos elementos para tener con qué trabajar en producciones futuras -a final de cuentas, aún quedan al menos dos películas más por venderse-.

Queda claro que Abrams ha tenido que hacer un trabajo excepcional y meticuloso para poder realizar una obra que gustara a todos los fans de la saga. La pregunta que me hacía en cada momento era hasta qué punto su libertad creativa se vio obstaculizada por la obligación de realizar una película a modo que repitiera lo que las producciones originales lograran hace tantos años. Las similitudes de The Force Awakens con las películas de la trilogía original son evidentes y constantes. No sólo en los aspectos obvios -como son, por ejemplo, el reparto-, sino en el argumento de la película, las personalidades de los personajes, el estilo en muchas tomas, e incluso el ritmo de la película. La manera en que los acontecimientos de la cinta se van desarrollando es idéntico al ritmo de la trilogía original, tiene el mismo dinamismo y me atrevería a decir que siguen la misma secuencia. Estos elementos, sin ser necesariamente terribles, no dejan de encerrar a la película en una jaula creativa y convertirla en algo que, cada vez en mayor grado mientras avanza la película, no puede clasificarse más que como una copia. No es, de hecho, un ejercicio complicado, imaginar con anticipación lo que sucederá en la historia a continuación.

Más allá del trabajo artístico de la cinta, no existe aspecto alguno de esta película que no se sienta repetido o gastado con los trabajos originales -que, dicho sea de paso, fueron excepcionales en su momento-. Por más que la nostalgia invada a todo aquel que aprecie a esta serie de filmes, es imposible decir que The Force Awakens mejore en cualquier sentido respecto a lo hecho por la trilogía original. Peor aún, y lo que me causó un amargo sabor, la sombra de Disney detrás de la producción es evidente: la película no deja de sentirse infantil y el sentido del humor que aparece de manera tan recurrente, estúpido. Si bien es una película entretenida de principio a fin, aporta muy poco desde el punto de vista estrictamente artístico. Está de fondo un dilema moral que enfrenta uno de los soldados del lado oscuro, y las acciones que decide tomar en consecuencia para no verse sometido por las causas en las que no cree. Está el eterno dilema moral que aqueja a aquellos que se dejan seducir por el lado contrario de la Fuerza. ¿La "Resistencia" contra la "Primera Orden"? ¡Los Rebeldes contra el Imperio! Ninguno de estos temas son nuevos y no son ni la sombra de los principios filosóficos y metafísicos que con tanta frescura se trabajaran en las Star Wars originales.

El aspecto que rescata por completo a la película de la total mediocridad es la producción. Más allá de la música impecable y la edición de sonido y video tan bien trabajadas, está una fotografía impresionante -con movimientos de cámara muy trabajados y compelejos- y un diseño conceptual que es muy probablemente el mejor del año. El diseño de personajes, de criaturas, y de escenarios es majestuoso. Los vestuarios, las armas, los interiores de las naves, son riquísimos en detalles y ponen en evidencia una compleja labor que sin duda estuvo detrás. No hay escena de la película en que uno no pueda maravillarse por todos los elementos que coviven a la vez en pantalla. Por otro lado, las secuencias espaciales y de acción resultan también brillantes: visualmente es una obra sensacional.
The Force Awakens sin duda llega para revitalizar a la franquicia. Es una mejora notable respecto a la trilogía-precuela que dirigió George Lucas y una gran película de ciencia ficción. Sin embargo, no deja de sentirse como una total copia de la trilogía original, lo que no es necesariamente malo, tan sólo poco creativo y original. Es decepcionante, además, que la cinta se cuelgue tanto de aspecto nostálgico para crear sensaciones en sus espectadores.
Calificación: 3/5 respecto a la siguiente escala:
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
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3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria

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