Reseña: The Big Short

THE BIG SHORT

(LA GRAN APUESTA)

(USA; 2015)

"No es lo que no sabes lo que te mete en problemas. Es lo que sabes con certeza y no es así". Es con esa frase cruda y directa del célebre Mark Twain que comienza la tragicomedia The Big Short, titulada en Latinoamérica como La Gran Apuesta. Y esta frase no podría ser mejor referente para lo que está por venir en pantalla: una historia de una crudeza impactante, una película que, sin rodeos, sin disfraces y sin tratar de ser suave, aunque sí haciendo uso constante de un humor tan irónico que lastima, narra los hechos que desencadenaron en una de las peores crisis económicas de la historia: la crisis financiera global de 2007-2008, la peor crisis financiera en el mundo desde la Gran Depresión de 1929, la crisis que significó una recesión económica global y la pérdida de billones (millones de millones, trillions en inglés) de dólares y sus inevitables consecuencias en la vida de millones de personas. 

The Big Short cuenta con un ensamble de actores excepcional. Es protagonizada por Christian Bale, Steve Carrel —quien ha hecho una interpretación sublime que muy probablemente le valdrá la nominación al Oscar—, Ryan Gosling y Brad Pitt, además de algunos actores secundarios con actuaciones muy a la altura: las actuaciones pulen y hacen lucir aún más esta gran obra cinematográfica. Es dirigida por Adam McKay, director con una fama discreta sin una gran filmografía como director más allá de las dos películas de Anchorman —sus películas más famosas— y otras películas menores, aunque su trabajo en la industria cinematográfica destaca por sus colaboraciones como escritor y productor. Muy seguramente se escuchará pronto más de este joven de director, dado que su trabajo en la dirección de esta película ha sido extraordinario: ha logrado traer a pantalla una trama sumamente compleja y en esencia desgarradora conservando, a pesar de ello, un sentido del humor impecable, irónico, que se manifiesta como la única forma viable de poder hacer llevadera una historia que, a pesar de no contar con escenas sangrientas ni cimentadas en el uso de armas de fuego ni largas secuencias de acción, resulta increíblemente violenta, pues no podría describirse de otra manera la forma en que las instituciones bancarias y las entidades relacionadas llevan las riendas de las economías neoliberales.

Y es que la película captura, de manera casi cruel de tan realista, la realidad de una sociedad sin principios, sin escrúpulos, de un mundo perteneciente a los seres voraces, a los rapaces cuyo último interés son las personas a quienes sus decisiones afectan y a quienes, irónicamente, deben también todo lo que tienen; a quienes actúan deliberadamente a sabiendas de sus acciones perjudicarán a cientos de miles de personas que no podrán escapar de las consecuencias de los actos cometidos, ni podrán hacerlo tampoco, puede decirse casi con certeza, sus hijos, ni los hijos de sus hijos, creándose así un estigma terrible que perdurará por generaciones. 

Así pues, la película retrata a los bancarios y hombres de negocios; a los inversionistas; a los corredores de bolsa sofistas por naturaleza; a los políticos que dividen su tiempo entre las gestiones públicas y sus negocios personales; a los ejecutivos con conflictos de intereses que, como si no fuera suficientemente absurdo, viven engañados por las diferentes instituciones a las que pertenecen; a los empresarios peleándose en las calles por conseguir el taxi antes que el otro; a los niños ricos, que en toda su vida jamás han conocido lo que es la necesidad ni les han educado enseñándoles a ser responsables consigo mismo y con las personas que les rodean, y ahora administran sin ninguna consciencia sus negocios, echando aun más pólvora a la bomba de tiempo que es la economía mundial; a los representantes de las instituciones reguladoras de toda la basura que tras bambalinas ocurre en los bancos, vestidos de pulcros trajes y sonriendo hipócritas mientras recitan discursos cargados de mentiras y tergiversaciones a sabiendas de que son sus mentiras las que llevan al colapso al sistema entero; a los oportunistas, héroes, o mejor dicho antihéroes, de esta cruda historia, que fueron capaces de observar y entender antes que otros los huecos que el juego de los bancos iban dejando en su afanado viaje hacia la perdición de la sociedad y fueron lo suficientemente brillantes, "visionarios" se les llamaría, para usar este juego a su beneficio y enriquecerse con él, aunque su triunfo significara el fracaso rotundo de miles, de millones de personas; el arribo a un callejón sin salida para miles de familias a quienes el filme, marcando un contraste casi sutil sino fuera por la crudeza de las escenas, también retrata: los indigentes viviendo debajo de un puente en mitad de un "civilizado" paisaje urbano; los residentes de zonas habitacionales prácticamente en el abandono, quienes serán los primeros desplazados cuando el sistema económico se venga abajo; las familias a bordo de camionetas del siglo pasado, conformadas por padre, madre y dos niños mal vestidos, en medio de una gasolinera tratando de decidir el siguiente paso ahora que no tienen ni siquiera dónde vivir: todos ellos víctimas de las decisiones de aquéllos quienes jugaron con ellos sistema irresponsable mente para llenarse los bolsillos; todos ellos los chivos expiatorios de aquéllos que siempre salen impunes del juego.

Resulta impresionante que en una obra de valor documental —debido al tema que trata y la manera en que lo hace— haya espacio para una cinematografía tan interesante y bien ejecutada. La fotografía es muy buena —sin ser el aspecto más llamativo del filme—, la edición es en verdad espectacular y el desarrollo de personajes, que parecería no ser un aspecto tan importante en esta clase de filmes dado lo que éstos pretenden lograr, está tan bien trabajado, que tiene éxito al dotar de carácter humano a unos personajes que son parte fundamental del caos en que se desenvuelve la economía mundial, si bien podría argumentarse que lo son tan sólo por accidente. 

Sin duda de lo mejor del año 2015, The Big Short es una película obligada para cualquier amante del cine y también para todo aquel que quiera comprender la irresponsabilidad con que se mueven las finanzas del mundo moderno.

Calificación: 4.5/5 respecto a la siguiente escala:

1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria

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