AMERICAN HONEY
(DULZURA AMERICANA)
(U.K., USA 2016)
Es la primera escena de American Honey, la más reciente película de la directora inglesa Andrea Arnold. Una muy muchacha con cabello más bien desaliñado, rastas, unos pequeños shorts y blusa descuidados se encuentra dentro de un contenedor de basura —de esos muy grandes que se encuentran fuera de los supermercados— buscando comida. La acompañan dos niños —¿sus hermanos? ¿sus hijos?— que esperan fuera, bajo el intenso sol. Ella encuentra un pollo empaquetado y se lo entrega a uno de los niños, que lo deja caer incapaz de sostenerlo. Es momento de marcharse a casa, y los tres se acercan a la carretera a pedir aventón. La cámara enfoca brevemente unas aves volando en el cielo claro. Regresa rápidamente al suelo y nos muestra una serie de automóviles que rechazan a los pasajeros. Ninguno de los autos parece dispuesto a llevarlos. Uno de éstos tiene una calcomanía en el vidrio posterior que canta "God is coming". "Espero que se venga en tu auto", piensa la joven en voz alta.
Nuestra protagonista se llama Star (película debut de Sasha Lane). Una joven de apenas dieciocho años que se enrola a un grupo de vendedores ambulantes —de esos grupos que recorren distintas zonas de las ciudades tratando de vender mercancía de puerta en puerta— en parte atraída por la enigmática personalidad de uno de los vendedores, Jake (Shia LaBeouf), pero en parte también por no tener nada que perder: vive en una casa que apenas se mantiene en pie, con un novio —¿esposo?— borracho en un barrio bajo típico de los Estados Unidos. En comparación con su vida actual la promesa de ganar dinero mientras se integra con un grupo de jóvenes con ánimo de fiesta perpetua y aparente libertad suena a gloria para ella. Y este grupo de jóvenes vendedores tiene un aura ciertamente magnética. Cada uno tiene alguna personalidad peculiar, una historia específica de la que no se dice mucho —cerca a nada, de hecho—, pero de los que se puede observar tanto con sus actitudes, gestos, gustos... Uno de ellos tiene una ardilla voladora por mascota. Todos ellos tienen algo un origen común —no precisamente el geográfico—, todos ellos anhelan libertad e independencia... "¿Sabes cómo luce Darth Vader debajo de su traje? Un esqueleto. Justo como nosotros", dice una de las integrantes del grupo.
El viaje en carretera es un símbolo recurrente en el mundo cinematográfico. Es una oportunidad de representar crecimiento, cambio, búsqueda. En algún momento del viaje el grupo se encuentra en un barrio a todas luces rico: casas grandes con gigantescos jardines, puertas amplias y acabados sofisticados a diestra y siniestra; Star curiosea tocando las paredes impolutas en el alféizar de una puerta... El grupo entero se siente ajeno a esta realidad. Para Jake lo más importante es vender a toda costa: "se trata de leer a la persona que te recibe y ser quien él quiere que seas". Quien esté familiarizado con esta clase de ventas sabe que la honestidad no es el valor más relevante para los vendedores, quienes la mayoría de las veces están tan bien ideologizados que inventan toda clase de historias y mentiras con tal de vender. Pero Star no puede con esta deshonestidad. Y a esto se suma que tanta opulencia, la actitud condescendiente de los residentes, la incapacidad de ver sus propios vicios que contrasta con su facilidad de ver los ajenos la comienzan a enfermar. Star tiene una esencia un tanto infantil, pura. No tiene malicia. La cámara se enfoca momentáneamente en una abeja que está a punto de ahogarse. Star la salva. La cinta nos devuelve de nuevo a la trama, como si el incidente no hubiera ocurrido, como si fuera intrascendente.
La música es un elemento fundamental del viaje. Toda clase de tonadas desde las muy populares, como Rihanna, algo de rap-trap, letras explícitas, country, más música urbana, God's Whisper de Raury... Los integrantes del grupo pelean, juegan se drogan. Hay amor entre Star y Jake. El amor se torna sexo. Pero no es el sexo común del cine norteamericano: la tonalidad es diferente. Star se nota dueña de su cuerpo, de su sexualidad. El automóvil donde viajan ambos se introduce en un pastizal mientras ella lo besa y el cariz de las caricias aumenta su intensidad. La cámara enfoca a los insectos que reposan sobre el auto, como si éste se integrara al entorno natural. Por supuesto hay escenas que pretenden incomodar a la audiencia, que muestran el daño que los protagonistas se causan ellos mismos, que podría haberse evitado. Y sin embargo ellos siguen siendo tan dueños de sus actos...
La cámara está viva en American Honey. Siempre moviéndose, pocas veces fija. Prácticamente todas las tomas han sido filmadas con luz natural. Y la cinematografía es exquisita. Las sombras, los colores, los contraluces... Todo se mezcla de manera natural. Grandes actuaciones de todo el elenco —particularmente Shia LaBeouf y Sasha Lane han creado personajes memorables—. La película ha sido filmada en orden cronológico —técnica no muy recurrente— y los efectos de este hecho son tangibles. ¿Dura demasiado la cinta? Casi tres horas, pero no se detiene. Por momentos se raya en lo cursi, pero no se empapa de ello. Los escenarios son tan diversos como pueden serlo, ilustran las distintas realidades de la sociedad norteamericana, a veces tan idealizada en el cine tradicional. Aquí tal ideal es arrebatado, destrozado. La cultura plástica norteamericana, los moteles decadentes, el bajo nivel económico de tan grandes grupos de población, en fin: el sueño americano con todos sus matices. Y aún hay varios aspectos de la cinta que no han sido tocado. Hasta los créditos tienen lo suyo: sin jerarquías ni distinciones; son todos los nombres de la gente que participó en la cinta sin clasificar, tan sólo un orden alfabético del nombre, no del apellido. Una tortuga entra a la orilla de un lago, regresando adonde siempre perteneció pero de adonde por algún motivo se le había separado. Rihanna suena al fondo de la cinta: "We found love in a hopeless place".
Calificación: 4.5/5 respecto a la siguiente escala:——
Nuestra protagonista se llama Star (película debut de Sasha Lane). Una joven de apenas dieciocho años que se enrola a un grupo de vendedores ambulantes —de esos grupos que recorren distintas zonas de las ciudades tratando de vender mercancía de puerta en puerta— en parte atraída por la enigmática personalidad de uno de los vendedores, Jake (Shia LaBeouf), pero en parte también por no tener nada que perder: vive en una casa que apenas se mantiene en pie, con un novio —¿esposo?— borracho en un barrio bajo típico de los Estados Unidos. En comparación con su vida actual la promesa de ganar dinero mientras se integra con un grupo de jóvenes con ánimo de fiesta perpetua y aparente libertad suena a gloria para ella. Y este grupo de jóvenes vendedores tiene un aura ciertamente magnética. Cada uno tiene alguna personalidad peculiar, una historia específica de la que no se dice mucho —cerca a nada, de hecho—, pero de los que se puede observar tanto con sus actitudes, gestos, gustos... Uno de ellos tiene una ardilla voladora por mascota. Todos ellos tienen algo un origen común —no precisamente el geográfico—, todos ellos anhelan libertad e independencia... "¿Sabes cómo luce Darth Vader debajo de su traje? Un esqueleto. Justo como nosotros", dice una de las integrantes del grupo.
El viaje en carretera es un símbolo recurrente en el mundo cinematográfico. Es una oportunidad de representar crecimiento, cambio, búsqueda. En algún momento del viaje el grupo se encuentra en un barrio a todas luces rico: casas grandes con gigantescos jardines, puertas amplias y acabados sofisticados a diestra y siniestra; Star curiosea tocando las paredes impolutas en el alféizar de una puerta... El grupo entero se siente ajeno a esta realidad. Para Jake lo más importante es vender a toda costa: "se trata de leer a la persona que te recibe y ser quien él quiere que seas". Quien esté familiarizado con esta clase de ventas sabe que la honestidad no es el valor más relevante para los vendedores, quienes la mayoría de las veces están tan bien ideologizados que inventan toda clase de historias y mentiras con tal de vender. Pero Star no puede con esta deshonestidad. Y a esto se suma que tanta opulencia, la actitud condescendiente de los residentes, la incapacidad de ver sus propios vicios que contrasta con su facilidad de ver los ajenos la comienzan a enfermar. Star tiene una esencia un tanto infantil, pura. No tiene malicia. La cámara se enfoca momentáneamente en una abeja que está a punto de ahogarse. Star la salva. La cinta nos devuelve de nuevo a la trama, como si el incidente no hubiera ocurrido, como si fuera intrascendente.
La música es un elemento fundamental del viaje. Toda clase de tonadas desde las muy populares, como Rihanna, algo de rap-trap, letras explícitas, country, más música urbana, God's Whisper de Raury... Los integrantes del grupo pelean, juegan se drogan. Hay amor entre Star y Jake. El amor se torna sexo. Pero no es el sexo común del cine norteamericano: la tonalidad es diferente. Star se nota dueña de su cuerpo, de su sexualidad. El automóvil donde viajan ambos se introduce en un pastizal mientras ella lo besa y el cariz de las caricias aumenta su intensidad. La cámara enfoca a los insectos que reposan sobre el auto, como si éste se integrara al entorno natural. Por supuesto hay escenas que pretenden incomodar a la audiencia, que muestran el daño que los protagonistas se causan ellos mismos, que podría haberse evitado. Y sin embargo ellos siguen siendo tan dueños de sus actos...
La cámara está viva en American Honey. Siempre moviéndose, pocas veces fija. Prácticamente todas las tomas han sido filmadas con luz natural. Y la cinematografía es exquisita. Las sombras, los colores, los contraluces... Todo se mezcla de manera natural. Grandes actuaciones de todo el elenco —particularmente Shia LaBeouf y Sasha Lane han creado personajes memorables—. La película ha sido filmada en orden cronológico —técnica no muy recurrente— y los efectos de este hecho son tangibles. ¿Dura demasiado la cinta? Casi tres horas, pero no se detiene. Por momentos se raya en lo cursi, pero no se empapa de ello. Los escenarios son tan diversos como pueden serlo, ilustran las distintas realidades de la sociedad norteamericana, a veces tan idealizada en el cine tradicional. Aquí tal ideal es arrebatado, destrozado. La cultura plástica norteamericana, los moteles decadentes, el bajo nivel económico de tan grandes grupos de población, en fin: el sueño americano con todos sus matices. Y aún hay varios aspectos de la cinta que no han sido tocado. Hasta los créditos tienen lo suyo: sin jerarquías ni distinciones; son todos los nombres de la gente que participó en la cinta sin clasificar, tan sólo un orden alfabético del nombre, no del apellido. Una tortuga entra a la orilla de un lago, regresando adonde siempre perteneció pero de adonde por algún motivo se le había separado. Rihanna suena al fondo de la cinta: "We found love in a hopeless place".
Calificación: 4.5/5 respecto a la siguiente escala:——
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
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