domingo, 17 de mayo de 2015

Reseña: Mad Max: Fury Road

MAD MAX: FURY ROAD

(Australia, 2015)






Al fin me atrevo a comenzar con este ejercicio del que ya tenía bastantes ganas hace muchos meses y del que la desidia y la redacción de mi odiosa tesis me habían mantenido alejado por la misma cantidad de tiempo.

Pues bien, puedo decir con felicidad que no pude haber encontrado mejor momento para comenzar con este blog que con una película como Mad Max: Fury Road.

30 años han pasado desde que la última película de la saga, Mad Max Beyond Thunderdome ha salido y, sin pretender hablar demasiado al respecto, debo decir que en aquellos entonces Mad Max se despedía con la frente en alto después de tres películas aclamadas por la crítica y exitosas en la taquilla. Mad Max 2 (también conocida como The Road Warrior) es incluso considerada como una de las mejores películas de todos los tiempos, y aparece en no pocos listados que tratan de enumerar las mejores películas de la historia.  Pues bien, tres décadas después, el mismo director de las tres primeras, el australiano George Miller (que compartiera el puesto con George Ogilvie en la última Mad Max) regresa con esta obra maestra posicionándose, además del director de culto que ya era (en su filmografía se encuentran también la aclamada Babe que escribió y produjo, y las animaciones Happy Feet, de las que no puedo opinar porque no las he visto), como un director visionario al que no le sería difícil ocupar un asiento entre los mejores directores de estos tiempos.


La premisa nos sitúa en un futuro post-apocalítptico en el que los gobiernos corruptos y la desigualdad de hoy sumen al mundo en el caos y el infortunio en los años venideros. No existe la civilización, sólo existe el erial. En este mundo, Max (magistralmente interpretado por Tom Hardy), un expolicía renegado cuya familia fue asesinada por unos criminales, ahora sobrevive como puede en una desolada Australia, en mitad del inmenso desierto con nada en derredor suyo más que arena. Max es un personaje atormentado por su pasado y las imágenes de su familia a quien fue incapaz de salvar, lo asaltan a cada momento, volviéndolo loco.

Apenas comenzada la película, Max es capturado y llevado prisionero a una especia de ciudadela liderada por una especie de tirano idolatrado por un culto enfermizo llamado Immortan Joe (interpretado por Hugh Keays-Byrne, quien regresa 35 años después de ser el enemigo principal en la original Mad Max en 1979). En dicha ciudadela, Max es utilizado como una bolsa humana de sangre para los War Boys que es el ejército de seres enfermos y fanáticos de Immortan Joe. En esta situación nada favorecedora se encuentra el “héroe” Max cuando, de manera paralela, Imperator Furiosa (protagonista real de la película, interpretada por Charlize Theron), que es una especie de general que se ha ganado la confianza de Immortan Joe, ha sido enviada por el mismo a una misión para recopilar armas y combustible (el insumo más preciado en el universo de Mad Max) a las ciudades vecinas. Aprovechándose de la oportunidad que le brinda esta misión, Imperator Furiosa secuestra a las cinco esposas de Immortan Joe, que son utilizadas como meros instrumentos de procreación al servicio de su majestad el Rey Joe, y cambia la ruta predeterminada a dichas ciudades para comenzar con un escape frenético del mundo que las menospreció y tratar de llegar a una suerte de tierra prometida que se encuentra lejos, al este de la ciudadela.

Por supuesto Immortan Joe pronto se da cuenta del cambio de ruta, y de que le han robado además sus preciosos objetos sexuales, por lo que de inmediato da la orden de dar caza a Furiosa y recuperar a sus esposas. Este es uno de los momentos clave de la película, pues lo que George Miller trata de denunciar es la discriminación a la que las mujeres se ven sometidas en la sociedad moderna y el intento de estas de sobresalir y de vivir con la dignidad y equidad. No pudo haberlo simbolizado mejor que con el icónico cinturón de castidad del que las doncellas se desprenden ya entrados en la persecución. Éste es el tema principal de la película, y es bien ejecutado, de manera muy sutil, gracias a los excelentes personajes femeninos que tienen un rol importante y que surgen a intervalos regulares a lo largo de la película.

Bajo órdenes de Immortan Joe, y liderada por él mismo, comienza una persecución delirante y caótica que ocupa casi la totalidad de la película. Max se ve mezclado en dicha persecución por circunstancias ajenas a él, y tiene que hacer uso de su ingenio para mejorar, aunque sea un poco, su posición en principio sumamente desventajosa, y es a lo largo de estas intrépidas escenas que se  da lugar a las más grandes genialidades que haya visto el cine de acción.

En primer lugar, la dirección de arte es asombrosa; es en verdad impresionante la calidad de todos los personajes de la película: especie de fenómenos dignos de ocupar una habitación en el asilo Arkham, todos con el cerebro tan moldeado a conveniencia del Joe, que no dudan en hacer hasta lo imposible para poder servir a su amo, aunque su vida vaya en ello en innumerables ocasiones.

Los enemigos principales son tan inolvidables como lo han sido en todas las anteriores entregas de la saga, son personajes icónicos que representan con finura y deliciosa ironía los peores y más ruines vicios de los seres humanos.


Las actuaciones son sobresalientes en todos los actores. En verdad logran dar vida y personalidad a una serie de personajes vulnerables pero determinados. En especial, el personaje de Max, es un personaje tan humano que toca fibras sensibles; un personaje tan alejado de los héroes invencibles que usualmente protagonizan este género, que se le ve sangrar y sufrir a cada momento, que se confiesa inferior a sus compañeros en algunas habilidades y cede ante estas realidades haciéndolo siempre con dignidad. Es un personaje resentido, sin esperanza y pesimista, totalmente contrastante con la realidad de los demás personajes que están precisamente cegados por una esperanza que, a momentos, no parece tener otra fundamento que el deseo humano de creer y seguir adelante, aunque todo alrededor te invite a desistir de continuar luchando en cualquiera que sea la pelea que se enfrenta.

Los efectos de cámara son espectaculares; la película es, en su totalidad, un himno de caos y destrucción tan bien ejecutado, tan coherente dentro de su excesiva y exagerada premisa, que mantiene entretenido en cada segundo al espectador y que sorprende incluso en los momentos en que se llega a pensar que ya se ha visto todo lo que la película podría dar.



La fotografía es excelente, impactante, y un elemento muy simbólico además, pues dicho apartado de la película corre a cargo del ganador del Oscar por mejor cinematografía John Seale, quien se encontraba ya retirado y que, sin embargo, George Miller fue capaz de reclutar para su equipo y cuya valiosa participación es evidente en cada segundo de la película.

Más de ciento cincuenta vehículos realizados con un trabajo que no podría calificarse menos que de artesanal ornamentan las extraordinarias y emocionantes persecuciones; trucos de cámara en cada minuto (legando a las animaciones CG el menos tiempo posible de la película), acrobacias enérgicas, coreografías impecables en las peleas cuerpo a cuerpo, y todo esto matizado con un score musical a cargo del genial Junkie XL, crean una obra cinematográfica completa en todos los sentidos y que no deja ningún elemento descuidado o vacío.  Mad Max: Fury Road marca sin duda un antes y un después en un género tan descuidado y devaluado en nuestros días como es el cine de acción, mostrando que en todo género se pueden realizar verdaderas obras maestras, verdaderas piezas de arte. Mad Max: Fury Road es sin duda la mejor película en lo que va del año, y una de las mejores películas de acción de todos los tiempos, y no creo que sea desmedido afirmar que bien podría ser la mejor película de acción de la historia. 

Calificación: 5/5 respecto a la siguiente escala:
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria

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