jueves, 13 de agosto de 2015

Reseña: Mission: Impossible - Rogue Nation

MISSION: IMPOSSIBLE

ROGUE NATION

(EUA, 2015)



¿Es el cine de acción malo por definición? Por supuesto que no, en lo absoluto. Son las producciones genéricas cotidianas de Hollywood las que podrían, de manera un tanto injusta, confundir y hacer pensar que el cine de acción y el cine de calidad son dos conceptos que sencillamente no se llevan. Y es que Hollywood han encontrado en el cine de acción una industria prolífica para hacer dinero. Es, en términos comerciales, una inversión muy redituable, lo que justifica los (literalmente) cientos de millones de dólares que en dicho género se invierten al año. Podría hacerse la comparación inmediata con otro género bastante exitoso como es el cine de terror: en una producción de cine de horror los estudios invierten en promedio entre cinco y quince millones de dólares (recuperando siempre con creces dicha inversión), mientras que es raro un blockbuster de acción cuyo presupuesto sea menor a los cien millones de dólares. Es cierto que esto termina muchas veces con escandalosas pérdidas en los estudios (cof, cof, The Lone Ranger, John Carter), pero éstas contrastan con los más de mil millones de dólares que han recaudado, por ejemplo, cada una de las dos Avengers. Es esta clara preferencia de los clientes (el público) por el cine de acción lo que ha demeritado un poco sus valores de producción. Es tan buen negocio producir cine de acción que se ha quitado mucho del valor artístico que el cine lleva, inherente a él, amén de estrenar películas de explosiones y balazos cada temporada alta del año. Este hecho ha permitido que superproducciones sin ninguna propuesta artística en ellas (como las tres últimas Transformers, San Andreas, Jurassic World o, las más reciente, Fanta4stic) azoten las salas de cine llevándose un jugoso botín en el trayecto.



No es el cine de acción el culpable de esta evidente decadencia artística. Como en cualquier otra industria, el hecho de que las masas se conglomeren para consumir un producto independientemente de la calidad del mismo, causa que los desarrolladores de dicho producto dejen de tomar como prioridad la calidad del mismo. No podemos por ello dejar pasar la esencia por la que el cine de acción ha cautivado generaciones desde la aparición del cine. Son sus altos valores cinematográficos, bella fotografía, el estimulante ingenio del que han tenido que valerse para hacer posibles secuencias que el espectador, de otra forma, no habría podido más que imaginar o ver en sueños y, en raras pero muy valiosas ocasines, un guión visionario, crítico, social, los que han hecho posibles cintas históricas como Die Hard, Terminator 2, Matrix, y entre otros ejemplos, la más reciente adición a la lista de películas de acción que marcan época, Mad Max: Fury Road.

Es en este contexto de películas cuya única prioridad es vender que se agradece que películas como Mission: Impossible - Rogue Nation lleguen a las pantallas sin haberse olvidado de que se puede hacer una obra de calidad en el trayecto. No debe malinterpretarse: no es un filme perfecto. Lejos de serlo, está corrompido por muchos de los clichés del género y no deja de ser una obra bastante superficial, pero mantiene un ritmo dinámico constante, un trabajo de edición soberbio, buena música y un guión rescatable.  



La quinta entrega de esta franquicia que iniciara en 1996, llega con un excelente trabajo de dirección a cargo de Christopher McQuarrie, quien había dirigido sólo dos películas antes pero trabajado en proyectos como Jack the Giant Slayer o The Edge of Tomorrow. El filme es se nuevo protagonizado por Tom Cruise y, en este caso, la sueca Rebecca Ferguson. Ambos realizan una loable interpretación que le agrega muchísimo valor al filme. El resto del elenco principal se conforma por Jeremy Renner (Hawkeye de los Avengers) y Simon Pegg.

La película procura tomar los mejores elementos de las entregas pasadas, ofreciendo a la audiencia la típica historia de espías pero haciéndolo con dedicación y cuidado. Se da el tiempo de desarrollar a los personajes y darles cualidades humanas (algo que se agradece en este tipo de filmes en los que la historia o personalidad detrás de los protagonistas nunca es prioritaria) y los pone en situaciones complicadas conservando siempre el balance entre las secuencias de acción y las escenas tranquilas donde se explica lo que acontece en la cinta. Las secuencias de acción, por cierto, están excelentemente dirigidas y la música matiza con propiedad todos los momentos cumbres.



Quizás el elemento que resulta más interesante en la película es la edición de la misma, pues es una de las grandes diferencias del filme respecto a otros del género. Todas las escenas siguen una secuencia coherente y no hay cortes raros de escena, ni situaciones inexplicables a pesar de la complejidad que envuelven algunas de sus secuencias de acción. Esperaba, sin embargo, un poco más de la fotografía que, sin ser del todo mala, si se ve sin duda opacada por la excelente cinematografía de la anterior entrega, Ghost Protocol.

Mission: Impossible - Rogue Nation no es, ni de lejos, la mejor película de acción de la historia. Pero sí es un buen ejemplo de cómo es que tiene que hacerse una película bien elaborada.

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