viernes, 29 de enero de 2016

Reseña: Spotlight

SPOTLIGHT

(EN PRIMERA PLANA)

(USA, 2015)


Es una verdad conocida el hecho de que la Iglesia católica es una institución infectada con muchos de aquellos males que aquejan a todas las grandes organizaciones, aunque dicho tema se vuelve tanto más delicado dada la naturaleza de esta institución. Corrupción —y otros crímenes quizás más delicados— existe en las entidades gubernamentales, en las instituciones educativas, en los sindicatos, en los gremios, en las premiaciones de cualquier índole, dentro de la policía, y en cientos de ejemplo más, sin embargo, siendo la Iglesia un instrumento de desarrollo espiritual para tantas personas alrededor del mundo —la Iglesia Católica una de las más fuertes y poderosas— es mucho más sensible y desafortunado el hecho de que, como se ha documentado, sea éste un organismo tan corrupto. Spotlight, la más reciente película del discretamente exitoso director —también actor— Tom McCarthy, cuenta la historia —real— de un grupo de reporteros del periódico The Boston Globe que descubren una inmensa red de pederastia, y su consecuente encubrimiento, dentro de la Iglesia Católica.



Spotlight es una película seria. Es un drama documental que retrata las labores periodísticas que dicho equipo de reporteros, denominado "Spotlight" —un equipo de investigaciones especiales dentro del periódico—, tuvieron que realizar para realizar este proyecto de investigación tan relevante y que tantas consecuencias trajera a nivel mundial. El primer aspecto que resalta en la película son precisamente los actores que encarnan a los miembros de dicho equipo: el reparto es excepcional. Mark Ruffalo (el más reciente Hulk en The Avengers, también partícipe en la reciente Foxcatcher), quien ha sido nominado para el Oscar como mejor actor de reparto por esta película, Michael Keaton (quien encarnara a Birdman en... Birdman, al viejo Batman en... Batman, y a Beetlejuice en Beetlejuice), Rachel McAdams (The Notebook, Midnight in Paris), también nominada a premio de la Academia como mejor actriz de reparto, y Liev Schreiber estelarizan esta película, y conforman además, junto con el de The Big Short, uno de los ensambles de actores más interesantes del año. El otro aspecto impactante de la película es el guión. Sólido, consistente, interesante y nunca pretencioso, más admirable aún por el hecho de ser un guión original, no basado en ningún libro u otra clase de obra más allá de la investigación real realizada por los reporteros reales.



El primer acto de la película es un tanto lento, ocupado en introducir —y ni siquiera con mucho ahínco— a los personajes principales, dándonos unos muy rápidos vistazos a su vida familiar y entorno laboral, explicando cómo es que el equipo termina haciendo la investigación que ocupa a la trama. Es sin duda la parte más débil de la película, pero es a partir de que comienza la labor periodística de los reporteros que el filme empieza a crecer y llega a una cumbre dramática que rara vez se pierde en todo lo que resta de la cinta.

Como se ha dicho, la película habla de la pederastia dentro de la Iglesia Católica, en particular en la ciudad de Boston —aunque pronto se dejan claros los alcances reales de la investigación que está siendo ejecutada por el equipo— y cubre detalles delicados con una precisión casi documental. Pronto nos son introducidos varios personajes, ya adultos, víctimas cuando niños de los abusos de diversos sacerdotes, y esta dramatización no pudo haber sido más digna ni menos terrible. Por momentos podría llegarse a sentir que se está abusando de este aspecto dramático, pero es cuando se recuerda que muchas —en verdad muchas— de las personas afectadas han llegado incluso al suicidio cuando se cae en la cuenta de que lo que se ve en pantalla es la representación de los sobrevivientes a tan terrible tragedia, y que el dramatismo no es, ni de cerca, exagerado.



La película se ocupa también de criticar y denunciar todos los prejuicios sociales que han permitido un encubrimiento a escala global de estos criminales. No es sólo la Iglesia que ha llevado una labor logística prodigiosa escondiendo a los pederastas —y propiciando sus conductas—, sino también los valores familiares y sociales en barrios de clase mayormente baja donde la religión es algo tan arraigado en las familias y donde no es sencillo para nadie atreverse a criticar de alguna manera contra una figura tan respetada y querida como son los sacerdotes: es el ejemplo perfecto del abuso de una institución que se aprovecha de su poder para abusar de los que no pueden defenderse.

El filme documenta las conductas de los depredadores sexuales. Deja entrever en se guión la manera en que los padres seleccionan cuidadosamente a sus víctimas y cómo se acercan a ellos aislándolos y acorralándolos usando para este fin el carácter introvertido y entregado de los niños para que éstos no puedan negarse a realizar la voluntad de los sacerdotes. Incluso se va más allá y la película se atreve a sugerir, citando a personajes que existen de la vida real y sus declaraciones oficiales también documentadas, que la conducta depravada de los sacerdotes es consecuencia del sistema anticuado y anacrónico en que se rige la iglesia católica y se desarrolla naturalmente en ellos dado el contexto en que estos personajes se desenvuelven. Afirmaciones como que tan sólo el cincuenta por ciento de los sacerdotes son célibes y que existen regiones donde más de el cinco por ciento de los sacerdotes abusan sexual y espiritualmente de jóvenes menores de edad son un terrible reflejo del problema que se retrata y, por otro lado, los argumentos gastados pero tan frecuentemente utilizados por los defensores de la Iglesia como institución, como el decir que la Iglesia tiene puntos en contra pero que es más el beneficio social que trae al mundo, o que los sacerdotes que incurren en esta clase de conducta son tan sólo casos aislados —como si por estos argumentos se volviera aceptable y permisible que suceda lo que sucede—, nos dan una idea amplia de lo grave y complicado que se ha tornado el mismo problema.



Spotlight es un documento grave y siniestro, es un reflejo de un aspecto tanto más oscuro y terrible cuanto que es un síntoma real de la depravación social que existe en la humanidad y que se siente además tan vívida dentro de nuestra sociedad mexicana; pero Spotlight es también un bello tributo a la actividad periodística, al trabajo de investigación serio y consciente y que busca mejorar un aspecto de la sociedad. Los protagonistas no tienen actitudes ni personalidades de héroes, son tan sólo reporteros con un compromiso completo a su trabajo y que, sin dejar el profesionalismo de lado, se involucran sentimentalmente en la labor que generan, sin que esto los haga menos serios, sino demostrando que es la única manera en que una investigación puede rendir frutos de la manera en que lo hizo la suya. Quizás, por el sentido de la película, ésta no se preste a tener una gran cinematografía o música —aunque la edición es en verdad excepcional—, aunque estos apartados del filme no son, en ningún momento, malos ni fallidos, es tan sólo que éstos no llegan a lucir, pues queda claro que en ningún momento se ha pretendido que fueran el punto focal de la película.



Spotlight, nominada al premio de la Academia para mejor película es, sin lugar a dudas, una de las mejores películas del año y, a pesar de su corte biográfico, una obra entretenida y bien lograda que, debido a la temática consciente y real que desarrolla, además de su valor documental, es una obra obligada para cualquier amante del cine y también para cualquier persona que quiera informarse acerca de los terribles acontecimientos que narra y denuncia.

Calificación: 4.5/5 respecto a la siguiente escala:
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria

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