ROGUE ONE:
A STAR WARS STORY
(USA 2016)
Es una realidad: Star Wars está más viva que nunca como franquicia. Y es que aunque vida en este caso no sea sinónimo de vitalidad —por momentos se antoja como una obra cadavérica, ya estéril, ligada aún a la vida por métodos artificiales y antinaturales—, es evidente que Disney está tratando de sacar el mayor provecho a esta lucrativa saga, a la gran excitación que el solo nombre, Star Wars, causa en sus millones de fans a lo largo y ancho de la galaxia —quizás esto sea una pequeña exageración—. Producto de esta explotación publicitaria y económica llega a las salas del mundo, tan sólo un año después del estreno de Episode VII, la película Rogue One —no podían arriesgarse a que algún distraído no viera la conexión: la han subtitulado A Star Wars Story—.
Rogue One es la precuela de la historia que lo iniciara todo, Star Wars: A New Hope de 1977, la que tanta nostalgia causa hoy —nostalgia causada por la falta de calidad y la carencia de pasión con que se producen hoy en día muchas producciones dentro del género de ciencia ficción; nostalgia a la que contribuyen, vaya ironía, películas como Rogue One, precisamente—. Su trama nos sitúa en medio del conflicto entre los Rebeldes y el Imperio, justo cuando éste está desarrollando el arma que tanto aterrorizará a la galaxia entera: La Estrella de la Muerte.
Rogue One es una película producida con mucho cuidado de no salir de lo convencional, de no tomar riesgos innecesarios. El filme está plagado, de principio a fin, de elementos repetidos cuya fórmula está ya comprobada en muchas otras cintas de la saga o del género. Es decepcionante ver que la cinta no ofrece nada nuevo, acaso tan solo el valor agregado que para algunos representa el desenvolver la historia en un universo que resulta tan familiar, tan cómodo, y en el que los espectadores parecen sentirse como en casa. Estos recurrentes clichés hacen que el guión se vuelva pronto predecible y repetitivo, falto de creatividad. Hay un tema detrás que trata de desarrollarse: la decisión, la posibilidad de elegir entre un camino fácil y uno difícil pero trascendente, pero incluso este tema se gasta rápido y se nota forzado a la tercera vez que sale a la luz en la película.
La cinta es en extremo genérica: gasta la primera mitad introduciéndonos con los nuevos personajes —se tuvo, eso sí, la decencia de inventar nuevas personalidades y construir una historia en torno a ellas en lugar de apostar todo a los viejos conocidos— y las relaciones entre ellos, y la segunda mitad en construir y resolver el clímax en un último acto plagado de batallas espaciales, efectos especiales decentes, y en general una muy buena producción. Los personajes son relevantes, pero se sienten mal dirigidos; mucho del éxito de éstos se debe a las buenas actuaciones que brindan Diego Luna (coprotagonista de la cinta, bien conocido por todos) y Ben Mendelsohn (el ganador del Golden Globe, mejor conocido por su rol como Danny Rayburn en la serie de Netflix, Bloodline). No es que Felicity Jones (protagonista de la cinta, apareció en Inferno este mismo año) y Forest Whitaker lo hagan mal, pero se debe insistir en que la dirección no fue la adecuada. ¿Qué decir, por último, de la mascota de la cinta, K-2SO? En toda película de Star Wars hay un robot que busca robar cámara, y para esta ocasión parece haberse buscado una personalidad que no se hubiera aún gastado y dieron con esta suerte de Sheldon Cooper robotizado que exclama chistes irónicos a diestra y siniestra a lo largo de la trama.
La producción es, como siempre en esta clase de megaproyectos, muy decente, pero irregular. La música es notable, se siente presente en toda la cinta. La cinematografía es elaborada, pero sin personalidad alguna. Se nota un trabajo consciente detrás del arte conceptual y en algunas fotografías en varias escenas, pero es que este trabajo se ve ensombrecido por la producción general de la obra: se está produciendo cine en serie, y esto le quita mucho del valor artístico al mismo. Nada mejor para ejemplificar esta declaración que el contraste que existe entre la película en general y su último acto. En éste, y sin dar detalles de la trama, la calidad de imagen, los escenarios, hasta la gama de colores y el balance de estos, son mucho más consistentes que en el resto de la película. Se sienten incluso tramposos los giros que la trama hace en este mismo acto, donde se recurre a elementos particularmente apreciados por los fans de la franquicia para dejarles un buen sabor de boca al final. No debe olvidarse que, finalmente, esta película es un puente a la historia de A New Hope; con esto en mente pueden deducirse muchos giros argumentales dentro de la trama que resultan hasta obvios.
Rogue One: A Star Wars Story no puede condenarse como mala película. En general tiene una buena producción y un último acto que satisfará las expectativas de los fans. Sin embargo, es imposible olvidarse del universo en que la película se desarrolla, tanto más difícil cuanto que nos es un universo popular, y dentro del mismo universo aporta tan poco que es difícil pensar en la película como una obra más en la industria de la Ciencia Ficción, una huella propensa a ser borrada por el intenso viento que genera la expectativa creada en torno a estas producciones tan bien publicitadas, pero realizadas con tan poco entusiasmo.
Calificación: 3/5 respecto a la siguiente escala:——
Rogue One es la precuela de la historia que lo iniciara todo, Star Wars: A New Hope de 1977, la que tanta nostalgia causa hoy —nostalgia causada por la falta de calidad y la carencia de pasión con que se producen hoy en día muchas producciones dentro del género de ciencia ficción; nostalgia a la que contribuyen, vaya ironía, películas como Rogue One, precisamente—. Su trama nos sitúa en medio del conflicto entre los Rebeldes y el Imperio, justo cuando éste está desarrollando el arma que tanto aterrorizará a la galaxia entera: La Estrella de la Muerte.
Rogue One es una película producida con mucho cuidado de no salir de lo convencional, de no tomar riesgos innecesarios. El filme está plagado, de principio a fin, de elementos repetidos cuya fórmula está ya comprobada en muchas otras cintas de la saga o del género. Es decepcionante ver que la cinta no ofrece nada nuevo, acaso tan solo el valor agregado que para algunos representa el desenvolver la historia en un universo que resulta tan familiar, tan cómodo, y en el que los espectadores parecen sentirse como en casa. Estos recurrentes clichés hacen que el guión se vuelva pronto predecible y repetitivo, falto de creatividad. Hay un tema detrás que trata de desarrollarse: la decisión, la posibilidad de elegir entre un camino fácil y uno difícil pero trascendente, pero incluso este tema se gasta rápido y se nota forzado a la tercera vez que sale a la luz en la película.
La cinta es en extremo genérica: gasta la primera mitad introduciéndonos con los nuevos personajes —se tuvo, eso sí, la decencia de inventar nuevas personalidades y construir una historia en torno a ellas en lugar de apostar todo a los viejos conocidos— y las relaciones entre ellos, y la segunda mitad en construir y resolver el clímax en un último acto plagado de batallas espaciales, efectos especiales decentes, y en general una muy buena producción. Los personajes son relevantes, pero se sienten mal dirigidos; mucho del éxito de éstos se debe a las buenas actuaciones que brindan Diego Luna (coprotagonista de la cinta, bien conocido por todos) y Ben Mendelsohn (el ganador del Golden Globe, mejor conocido por su rol como Danny Rayburn en la serie de Netflix, Bloodline). No es que Felicity Jones (protagonista de la cinta, apareció en Inferno este mismo año) y Forest Whitaker lo hagan mal, pero se debe insistir en que la dirección no fue la adecuada. ¿Qué decir, por último, de la mascota de la cinta, K-2SO? En toda película de Star Wars hay un robot que busca robar cámara, y para esta ocasión parece haberse buscado una personalidad que no se hubiera aún gastado y dieron con esta suerte de Sheldon Cooper robotizado que exclama chistes irónicos a diestra y siniestra a lo largo de la trama.
La producción es, como siempre en esta clase de megaproyectos, muy decente, pero irregular. La música es notable, se siente presente en toda la cinta. La cinematografía es elaborada, pero sin personalidad alguna. Se nota un trabajo consciente detrás del arte conceptual y en algunas fotografías en varias escenas, pero es que este trabajo se ve ensombrecido por la producción general de la obra: se está produciendo cine en serie, y esto le quita mucho del valor artístico al mismo. Nada mejor para ejemplificar esta declaración que el contraste que existe entre la película en general y su último acto. En éste, y sin dar detalles de la trama, la calidad de imagen, los escenarios, hasta la gama de colores y el balance de estos, son mucho más consistentes que en el resto de la película. Se sienten incluso tramposos los giros que la trama hace en este mismo acto, donde se recurre a elementos particularmente apreciados por los fans de la franquicia para dejarles un buen sabor de boca al final. No debe olvidarse que, finalmente, esta película es un puente a la historia de A New Hope; con esto en mente pueden deducirse muchos giros argumentales dentro de la trama que resultan hasta obvios.
Rogue One: A Star Wars Story no puede condenarse como mala película. En general tiene una buena producción y un último acto que satisfará las expectativas de los fans. Sin embargo, es imposible olvidarse del universo en que la película se desarrolla, tanto más difícil cuanto que nos es un universo popular, y dentro del mismo universo aporta tan poco que es difícil pensar en la película como una obra más en la industria de la Ciencia Ficción, una huella propensa a ser borrada por el intenso viento que genera la expectativa creada en torno a estas producciones tan bien publicitadas, pero realizadas con tan poco entusiasmo.
Calificación: 3/5 respecto a la siguiente escala:——
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
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