lunes, 8 de febrero de 2016

Reseña: The Hateful Eight

THE HATEFUL EIGHT 

(LOS OCHO MÁS ODIADOS)

(USA, 2015)


The Hateful Eight es una película western —una de esas historias ubicadas en el Viejo Oeste, por allá del siglo XIX, que involucran historias de vaqueros, bandidos e indios nativos norteamericanos— dirigido por el célebre —y para no pocos difícil de digerir— Quentin Tarantino. Sin entrar a muchos detalles más allá de los que establecen la premisa de la película, The Hateful Eight, ubicada poco después de la Guerra Civil Norteamericana, cuenta la historia de ocho desconocidos que, debido a una gran tormenta de nieve, se ven obligados a resguardarse juntos dentro de una cabaña en el trayecto de la ciudad más próxima. Las personalidades de los personajes, así como sus motivaciones e historias personales, son muy diversas: los hay cazarrecompensas en busca de su pago, forajidos buscados por la ley —con precio a sus cabezas—, verdugos de la época —que si bien no se encargaban de cortar cabezas, sí eran los encargados de colgar a aquellos que rompían la ley—, ex-militares veteranos de la Guerra Civil, hombres de ley —o que al menos dicen serlo—, etc.; todos ellos tienen además orígenes diversos —los hay hombres blancos, ingleses, mexicanos y afroamericanos— conformándose así un elenco de personajes de lo más interesante dada su variedad y personalidades tan bien trabajadas por parte del escritor de la cinta: el mismo Tarantino.



Pero The Hateful Eight no es solamente un western de la vieja escuela; es además una película de misterio, de conflictos, de rencores ocultos, de desconfianza y de tensión. A lo largo de la trama el guión permite conocer cada vez más a los personajes, y las relaciones que existían o existen entre ellos, mismas que crean situaciones de confrontación. De los ocho personajes que están encerrados dentro de la cabaña, ninguno está ahí por decisión propia: han sido las circunstancias las que los han obligado a guarecerse en ella por más del tiempo deseado, y que les impiden irse de ahí cuanto antes, aunque la urgencia de todos ellos por abandonar esa gélida prisión es evidente; es esa misma diversidad de personalidades y circunstancias la que crean una atmósfera de conflicto de proporciones épicas dentro de un espacio físico tan pequeño como lo es una cabaña en mitad de la nada.



Es muy notable el hecho de que la película acontezca en su gran mayoría dentro de la cabaña mencionada en el párrafo anterior. Esto podría parecer no muy propicio para el desarrollo de una historia interesante o dinámica, y sin embargo la película se vale de su excelente guión —con todo el sello característico de Tarantino: diálogos largos y divertidos, toda clase de situaciones irónicas con sentido del humor por demás ácido, discusiones y argumentos por demás peculiares, etc.— para sacar a flote una historia sumamente interesante y entretenida, aunque también es cierto que algunas personas podrían sentirse desesperadas ante la aparente falta de dinamismo de los primeros actos de la película, y es que durante casi la primera mitad, toda la "acción" del filme recae precisamente en los diálogos y el desarrollo de personajes.



Quienes hayan visto alguna de las películas anteriores de Tarantino —este es su octavo filme— tendrán muy presente el gusto del director por las escenas sangrientas y situaciones en extremo exageradas. A este respecto, esta película no es la excepción. La ironía y la acidez que tanto caracterizan al director —si bien su labor de dirección siempre ha sido, y sigue sin presentarse una excepción, excelente— están muy presentes durante todo el filme y, debido a la violencia y el gore de la película, algunas susceptibilidades serán sin duda heridas entre los espectadores. Sin embargo, y a pesar de estos elementos, no puede pasarse por alto el hecho de que este no es un filme genérico, sino más bien una obra experimental con muchos de los elementos del cinema arthouse que también son característicos de Tarantino.



La cinematografía de la película es tan buena como en todas las películas de Tarantino aunque, a este respecto, se siente un tanto desafortunado el hecho de que tanto tiempo del filme ocurra en la misma locación —la cabaña— pues, aunque todas las oportunidades donde se puede lucir una fotografía y producción destacables son bien aprovechadas, dichas escenas son esporádicas y eventuales —aunque esto se compensa con movimientos de cámara sutiles y escenas muy largas de una sola toma dentro de la cabaña—.

El elenco es espectacular y las actuaciones son, por lo general, excelentes. Los personajes de la cinta son interpretados por actores de gran calidad y trayectoria, como Samuel L. Jackson —sí, Nick Fury de Avengers, aunque tiene un sinfín de personajes más—, Kurt Russel —el viejo Snaaaake de Escape from New York—, Jennifer Jason Leigh —una actuación espléndida por la que ha sido nominada a mejor actriz de reparto—, Tim Roth, e incluso está la sorpresa con la irreverente actuación de Demián Bichir. Si los personajes están, en efecto, bien escritos, pues es gracias a las actuaciones que cobran vida en pantalla como entidades tan memorables y divertidas.



Por último, debe hacerse mención de la música, pues es gracias a las composiciones del legendario Ennio Morricone que la película se llena de vitalidad desde la primera escena hasta el final, y las escenas más emblemáticas de la película no lo serían tanto si no fuera por la genial música de este gran compositor.

The Hateful Eight es una de las películas más débiles de Tarantino, si bien esto no quiere decir mucho con un director de su calidad: sigue siendo una excelente película imprescindible. Algunos detalles como la excesiva duración —de casi tres horas—, algunos sinsentidos argumentales y narrativos la alejan de la calidad de los mejores filmes del director. 
Calificación: 4/5 respecto a la siguiente escala:
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria

Para más reseñas y noticias del séptimo arte, visita y da like a https://www.facebook.com/listasdekubrick?fref=ts

No hay comentarios:

Publicar un comentario