martes, 19 de abril de 2016

Reseña: The Jungle Book (2016)

THE JUNGLE BOOK

(EL LIBRO DE LA SELVA)


(USA, 2016)



En los últimos años la industria cinematográfica —sobre todo, aunque no de manera exclusiva, Hollywood— ha acostumbrado al público del séptimo arte a recibir de manera constante remakes y reboots de numerosa franquicias otrora exitosas e importantes. Apostando al sentimiento de nostalgia que estas producciones despiertan en la audiencia, los grandes estudios recurren a esta estrategia cuando quieren conseguir éxitos en taquilla asegurados sacrificando en numerosas ocasiones la calidad de la producción y llegando incluso a arruinar la percepción que tenía el espectador de la producción original en cuestión: no respetan ni el legado ni el significado de la obra original. Podría suponerse que un fenómeno similar ocurre con la reciente The Jungle Book de este año, y sin embargo, y a pesar de que resulta evidente que los estudios Disney sí que se han aprovechado del legado que el nombre de la película lleva consigo, es indiscutible que se han fijado el objetivo de crear una obra independiente que no dependiera de su pasado para conseguir un lugar privilegiado en el gusto de la audiencia.



Aunque es difícil —e innecesario, pues no le afecta en lo absoluto— olvidarse del clásico de 1967 al observar esta película, resulta impresionante la calidad que el filme alcanza por sí mismo: no es necesario remembrar la vieja película para encontrarle lo interesante y fantástico a la cinta, aunque las similitudes sean tangibles. The Jungle Book es un experimento impresionante que combina elementos del cine clásico para niños con una historia por todos conocida añadiendo una faceta que muy pocas veces se había observado en una producción de Disney, y es la sobriedad, a momentos incluso oscura, con que se ha dado vida a este universo mágico.



Seamos claros: no es evidente a qué categoría pertenece esta película, y no sería acertado decir que es una producción de cine infantil. El guión, que narra la historia de un pequeño niño criado desde bebé por una manada de lobos en mitad de la selva, es sorpresivamente serio y elocuente, en ningún momento absurdo, y es animado además con un sentido a veces tan sombrío, tan lóbrego, que contrasta de manera exquisita con aquellos momento en que la magia y la fantasía convergen de la manera clásica y hace sentirla un cuento de hadas; están presentes la muerte, el sentimiento de angustia y desolación, la crítica dura y además frecuente a la destrucción en que la mano del hombre sume al medio natural, y por otro lado la amistad —otro tema recurrente y tratado con encantadora elocuencia a lo largo de toda la cinta—, el compañerismo, la solidaridad, y la mezcla de todos estos elementos, aparentemente tan contrarios, crea una amalgama tan fresca e innovadora que hacen de la película un punto de referencia para la industria. ¿En qué otra película se había visto que, en mitad de un discurso hostil e intimidatorio, un terrible gigante comience a cantar una canción divertida e infantil a la par que sus gesticulaciones son agresivas y beligerantes? Hay situaciones que parecen tan incoherentes, como si no correspondieran a la película que se pensaba se vería, que la dotan de un carisma y personalidad únicas: la hacen memorable.



En los aspectos técnicos resulta también impecable. Ésta es una película de animación, realizada casi en su totalidad con CGI (imágenes generadas por computadora) salvo el personaje principal, Mowgli, quien es interpretado por el joven actor Neel Sethi, quien por cierto hace un trabajo estupendo. La animación de todos los demás elementos: los escenarios, los paisajes, y todos los personajes del reino animal, es espectacular. Está tan bien trabajada, tan detallada, que deja en ridículo a innumerables producciones que por estar atadas a un calendario ajustado, no terminan de refinar las animaciones y lucen hechas con prisa y sin terminar —una historia recurrente en el cine de Hollywood—. Por otro lado, el trabajo de las voces es destacable. Tanto en inglés como en español las voces son espléndidas, aunque me atrevería a sostener que, siendo este un trabajo de animación —es bien sabido que los doblajes mexicanos son terribles en cualquier producción no animada—, resulte quizás más asequible la versión en español por ser culturalmente más cercana; teniendo actores de doblaje de la talla de Víctor Trujillo, Susana Zabaleta, Regina Orozco, Francisco Céspedes o el veterano Héctor Bonilla, todos ellos por completo entregados a su labor de entregar un doblaje apasionado, podría haber un contraste con la versión en inglés que, doblada por actores como Bill Murray, Ben Kingsley, Idris Elba o Scarlett Johansson que, aunque hacen también un trabajo magistral, podría resultar un tanto más impersonal a menos que se esté muy familiarizado con sus voces, como sin duda lo está el público norteamericano; ambas versiones son, pues, excelentes, y no debe en ningún momento subestimarse la versión en español.



Por último, los temas de la película son emblemáticos. No sólo trata temás clásicos como la tolerancia y, como ya se ha mencionado, la amistad y el compañerismo, sino que también hace especial énfasis en el efecto que Mowgli —es decir, la humanidad— tiene en un ambiente que evidentemente no es el propio. La película se esfuerza tanto por mostrar el choque que las acciones "humanas" de Mowgli tienen en el medio natural, que es fácil sentir que el ser humano es ajeno al mismo —recuerda en cierta manera el discurso de Agent Smith en The Matrix de los hermanos Wachowski: "el ser humano no es anfibio; todos los anfibios se adaptan a su medio, sin embargo los humanos parecen destinados a destruirlo"—, y no obstante, en el momento en que se ha establecido que humanos y animales no pueden convivir de manera saludable, da una lección tan profunda como sencilla, y es que todo el ingenio y agudeza humanas, tan mal enfocadas en nuestra civilización pueden estar dirigidas a ayudar y mejorar el medio natural y tener un éxito inmenso al hacerlo. The Jungle Book es una película tan entretenida como valiente, tanto que hace pasar sus defectos, quizás recurrentes, por completo desapercibidos en esta suerte de experimento de película infantil.

Calificación: 4/5 respecto a la siguiente escala: 
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria

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