domingo, 29 de enero de 2017

Reseña: Moonlight

MOONLIGHT

(LUZ DE LUNA)


USA, 2016


Moonlight cuenta la historia de Chiron, un joven afroamericano homosexual que vive en la ciudad de Miami en un contexto opresivo: no se sabe mucho de su padre, fuera de destacar su ausencia; su madre es una mujer abusiva que tiene un problema con las drogas; tiene problemas con sus compañeros de escuela —bullying, acoso, odio, llámesele de cualquier manera—; el único apoyo en su poco balanceado mundo son Juan, un traficante de crack, y su novia Teresa, ambos preocupados por el chico y su situación.



Lo primero que se debe discutir de Moonlight son sus aspectos de fondo. La película se desarrolla en tres actos que narran la infancia, la juventud y la edad adulta de Chiron. Hay una transición importante de tiempo entre cada una de las etapas —de hecho, para cada uno de los actos cambia el actor que personifica a Chiron—. Sin embargo, el estilo visual y la narrativa general se mantienen constantes. Moonlight es una suerte de balada en la que, muy sutilmente, se construye un universo completo en torno al personaje; en la que, omitiendo decir muchas cosas directamente, termina por decirse absolutamente todo del entorno, del universo personal del protagonista. ¿Cómo vive el acoso un niño que ni siquiera tiene muy claro qué es la homosexualidad? ¿Por qué los niños comienzan, desde muy temprana edad, a burlarse de alguien que se comporta ligeramente diferente, si éste no alcanza a ver qué es lo diferente? La película deja a propósito muchos huecos, pero permite a la audiencia que los llene con sus  sus propias suposiciones y obteniendo, al final, un personaje sumamente complejo y bien desarrollado, tanto más cuanto que se permite al espectador observar su desarrollo en tres diferentes momentos de su vida. Al hacerlo, además, se pueden observar diversos elementos culturales norteamericanos que enriquecen la experiencia general.



La forma es el otro aspecto brillante de Moonlight. La cinematografía es un gran logro que mezcla tomas largas con un manejo brillante de colores —destaca el uso de tonos amarillos y, sobre todo, azules: una metáfora creada a partir de una de las líneas más importantes del guión en la que se dice que los niños negros parecen azules bajo la luz de la luna— un uso inteligente de la música —cacofonías instrumentales para crear tensión, piezas clásicas de música contemporánea, rap— y un tempo sumamente pasivo en el que se deja a las imágenes hablar. Hay varias escenas que logran entablar un diálogo con el espectador, que son capaces de dibujar una faceta de vida entera con imágenes bien dirigidas, bien conectadas entre sí.



A pesar de todos estos aspectos positivos, que se suman a buenas actuaciones de los tres protagonistas y una evidente buena dirección que logra mantener toda la cinta consistente —Barry Jenkins, el joven director de la cinta, ha hecho un trabajo que amerita reconocimiento—, no puede evitar sentirse que Moonlight es una película un tanto ajena y distante. Resulta comprensible que la película haya ganado tanto reconocimiento en los Estados Unidos donde los temas de la cinta son tan cercanos y se basan en aspectos muy presentes en la agenda nacional de aquel país. Sin embargo, todos estos temas ya habían sido antes trabajados en otras cintas —cierto, lejos de Hollywood—, con mayor relevancia artística y logrando trascender las barreras culturales.



Lo que sucede con Moonlight es que resulta una película técnicamente bien ejecutada que toca varios temas sensibles de la cultura contemporánea en los Estados Unidos. Si bien es cierto que no golpea a la audiencia con dichos temas, ni trata de predisponerla o acaso dirigirla con escenas tendenciosas, también resulta cierto que la cinta parece diseñada a modo para tener relevancia en una sociedad estadounidense estigmatizada por la opresión a las minorías, ya sea desde el punto de vista racial y sexual —y la película abarca con éxito ambos temas—. Aunque no puede dejar de destacarse la relevancia de la cinta,  existen otras películas de este mismo año que ofrecen más narrativa y con mayor cadencia visual —como American Honey, sin ir muy lejos— y que no alcanzaron el reconocimiento de Moonlight por tratar contenido políticamente menos relevante en el momento.

Calificación: 3.5/5 respecto a la siguiente escala:——
       1: Terrible
       2: Mala
       3: Buena
       4: Excelente
       5: Legendaria

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