THE BEAUTY AND THE BEAST
(LA BELLA Y LA BESTIA)
USA, 2017
Disney lo había estado haciendo razonablemente bien con sus más recientes remakes de sus clásicos en live-action (esas películas con actores reales y no cien por ciento animadas). En particular, The Jungle Book (El libro de la selva) y Pete's Dragon (Mi amigo el dragón) habían sido bien recibidas por público y crítica. Sin embargo, The Beauty and the Beast representa el primer tropiezo importante en esta nueva ola de remakes de Disney, y la razón de esto es la poca ambición que la cinta parece haber tenido desde su concepción: no se ha pretendido más que rehacer la historia original, sin apenas modificación alguna.

La nueva The Beauty and the Beast es idéntica, pues, a la original de 1991. Se tienen las mismas escenas, las mismas canciones, incluso los mismos diálogos, y las modificaciones apenas si son perceptibles. ¿Para qué hacer una película que ya existía si aquélla había sido ya tan aclamada y querida en su momento? Las razones parecen responder a una cuestión monetaria —tristemente, la película deja esa impresión—. A pesar de todo, no puede acusarse a la película de no haberse propuesto hacer una copia digna. El diseño de producción es magnífico. Los vestuarios, las coreografías —no olvidemos que se trata de un musical—, los escenarios, el diseño artístico en general, el diseño de Bestia y de los demás personajes encantados: todo es vistoso, realmente notable, y funciona a la perfección. Es una lástima que las actuaciones de los protagonistas no estén a la altura de estos aspectos visuales —en particular Emma Watson hace una interpretación plana y apagada—, y que se hubiera agregado media hora, totalmente prescindible, a la historia original. Esa media hora representa el fallido intento de hacer diferencia con la obra original; esa media hora se traduce en una subtrama irrelevante y un par de canciones olvidables que, además, hacen sentir lenta a la película en su totalidad.

Se admiran un par de detalles de fondo en la nueva producción de Disney. En el reparto se observa multiculturalidad y el empeño en ser políticamente correctos, de acuerdo al discurso dominante hoy en día. Sin embargo, el mensaje por momentos luce ambiguo. En particular con LeFou (Josh Gad), el primer personaje abiertamente homosexual en una producción de Disney, el mensaje no parece ser claro: ¿si se pretendía representar a la comunidad queer, porque no dejarse de ambigüedades y hacerlo de manera más abierta? Se pudo haber hecho sin duda de forma más clara. Sin embargo, sigue siendo un avance y la discusión que se ha originado aporta mucho, para bien o para mal, al tema de la apertura y la tolerancia. En conclusión, The Beauty and the Beast 2017 no es una película indigna, pero sí que palidece ante la original, aportando poco o nada a ésta más allá de una producción visualmente preciosa y de la polémica generada a raíz del discurso "inclusivo" de Disney.
Calificación: 3/5 respecto a la siguiente escala:——
Disney lo había estado haciendo razonablemente bien con sus más recientes remakes de sus clásicos en live-action (esas películas con actores reales y no cien por ciento animadas). En particular, The Jungle Book (El libro de la selva) y Pete's Dragon (Mi amigo el dragón) habían sido bien recibidas por público y crítica. Sin embargo, The Beauty and the Beast representa el primer tropiezo importante en esta nueva ola de remakes de Disney, y la razón de esto es la poca ambición que la cinta parece haber tenido desde su concepción: no se ha pretendido más que rehacer la historia original, sin apenas modificación alguna.

La nueva The Beauty and the Beast es idéntica, pues, a la original de 1991. Se tienen las mismas escenas, las mismas canciones, incluso los mismos diálogos, y las modificaciones apenas si son perceptibles. ¿Para qué hacer una película que ya existía si aquélla había sido ya tan aclamada y querida en su momento? Las razones parecen responder a una cuestión monetaria —tristemente, la película deja esa impresión—. A pesar de todo, no puede acusarse a la película de no haberse propuesto hacer una copia digna. El diseño de producción es magnífico. Los vestuarios, las coreografías —no olvidemos que se trata de un musical—, los escenarios, el diseño artístico en general, el diseño de Bestia y de los demás personajes encantados: todo es vistoso, realmente notable, y funciona a la perfección. Es una lástima que las actuaciones de los protagonistas no estén a la altura de estos aspectos visuales —en particular Emma Watson hace una interpretación plana y apagada—, y que se hubiera agregado media hora, totalmente prescindible, a la historia original. Esa media hora representa el fallido intento de hacer diferencia con la obra original; esa media hora se traduce en una subtrama irrelevante y un par de canciones olvidables que, además, hacen sentir lenta a la película en su totalidad.

Se admiran un par de detalles de fondo en la nueva producción de Disney. En el reparto se observa multiculturalidad y el empeño en ser políticamente correctos, de acuerdo al discurso dominante hoy en día. Sin embargo, el mensaje por momentos luce ambiguo. En particular con LeFou (Josh Gad), el primer personaje abiertamente homosexual en una producción de Disney, el mensaje no parece ser claro: ¿si se pretendía representar a la comunidad queer, porque no dejarse de ambigüedades y hacerlo de manera más abierta? Se pudo haber hecho sin duda de forma más clara. Sin embargo, sigue siendo un avance y la discusión que se ha originado aporta mucho, para bien o para mal, al tema de la apertura y la tolerancia. En conclusión, The Beauty and the Beast 2017 no es una película indigna, pero sí que palidece ante la original, aportando poco o nada a ésta más allá de una producción visualmente preciosa y de la polémica generada a raíz del discurso "inclusivo" de Disney.

La nueva The Beauty and the Beast es idéntica, pues, a la original de 1991. Se tienen las mismas escenas, las mismas canciones, incluso los mismos diálogos, y las modificaciones apenas si son perceptibles. ¿Para qué hacer una película que ya existía si aquélla había sido ya tan aclamada y querida en su momento? Las razones parecen responder a una cuestión monetaria —tristemente, la película deja esa impresión—. A pesar de todo, no puede acusarse a la película de no haberse propuesto hacer una copia digna. El diseño de producción es magnífico. Los vestuarios, las coreografías —no olvidemos que se trata de un musical—, los escenarios, el diseño artístico en general, el diseño de Bestia y de los demás personajes encantados: todo es vistoso, realmente notable, y funciona a la perfección. Es una lástima que las actuaciones de los protagonistas no estén a la altura de estos aspectos visuales —en particular Emma Watson hace una interpretación plana y apagada—, y que se hubiera agregado media hora, totalmente prescindible, a la historia original. Esa media hora representa el fallido intento de hacer diferencia con la obra original; esa media hora se traduce en una subtrama irrelevante y un par de canciones olvidables que, además, hacen sentir lenta a la película en su totalidad.

Se admiran un par de detalles de fondo en la nueva producción de Disney. En el reparto se observa multiculturalidad y el empeño en ser políticamente correctos, de acuerdo al discurso dominante hoy en día. Sin embargo, el mensaje por momentos luce ambiguo. En particular con LeFou (Josh Gad), el primer personaje abiertamente homosexual en una producción de Disney, el mensaje no parece ser claro: ¿si se pretendía representar a la comunidad queer, porque no dejarse de ambigüedades y hacerlo de manera más abierta? Se pudo haber hecho sin duda de forma más clara. Sin embargo, sigue siendo un avance y la discusión que se ha originado aporta mucho, para bien o para mal, al tema de la apertura y la tolerancia. En conclusión, The Beauty and the Beast 2017 no es una película indigna, pero sí que palidece ante la original, aportando poco o nada a ésta más allá de una producción visualmente preciosa y de la polémica generada a raíz del discurso "inclusivo" de Disney.
Calificación: 3/5 respecto a la siguiente escala:——
T2 TRAINSPOTTING
UK, 2017

La primera Trainspotting no necesita mucha introducción: es una cinta de culto que se ha ganado un lugar privilegiado en una generación entera, una obra cúspide de la cultura popular que prácticamente da cierre a una década completa —la película se estrenó en 1999—. Hoy, 21 años después de aquel fenómeno, llega la secuela T2 Trainspotting, con el mismo director (Danny Boyle) y el mismo reparto, y basada en el libro Porno, continuación de aquél que diera nombre y guión a la original.

Hay un problema mayúsculo con T2 Trainspotting y es que, desde los primeros momentos de la película, ésta deja muy claro que apelará tanto como sea posible a la nostalgia, evocando tanto como es posible a la original Trainspotting. Sin embargo, hay un intento genuino de resarcir el daño al hacer de la nostalgia, precisamente, el tema principal de toda la cinta. Es decir, que el tema de la nostalgia y añoranza por los años mágicos del pasado está explícitamente integrado en el guión y no se hace por ocultarlo o disfrazarlo. Este detalle se agradece, pues la cinta no pretende engañar o burlarse de su audiencia, y trata de cumplir su cometido con tanta pasión como en la primera parte, aunque por desgracia no con la misma eficiencia ni el mismo resultado.

Las actuaciones son espléndidas de todo el reparto, y la película es entretenida y sumamente divertida de principio a fin. El hecho de que se recurra de manera constante a momentos icónicos —muy numerosos— de la cinta pasada, es también muy efectivo una vez que se acepta esta tendencia a apoyarse tanto en el pasado. La película es, por otro lado, muy fina en su ejecución, y la cinematografía es vistosa y un poco vanguardista —apropiada, no obstante, al género de comedia negra del filme—. El guión es notable, aunque la trama se siente un tanto dispersa conforme la película avanza. T2 Trainspotting no tiene la chispa de la primera ni su mensaje es tan fuerte. No hay esa esencia que tanto decía del contexto económico y social de una generación apesadumbrada y menospreciada en el Edimburgo de los años noventa —un mensaje que trascendía fácilmente a dicha ciudad y al que se sintieron cercanas muchísimas personas alrededor del mundo—. A pesar de ello, una producción comprometida, y un uso inteligente de las escenas clásicas de la película original, hacen de la película una experiencia muy disfrutable y un cierre digno a las aventuras de los personajes tan queridos de la primera Trainspotting.
Calificación: 3.5/5 respecto a la siguiente escala:——
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
UK, 2017

La primera Trainspotting no necesita mucha introducción: es una cinta de culto que se ha ganado un lugar privilegiado en una generación entera, una obra cúspide de la cultura popular que prácticamente da cierre a una década completa —la película se estrenó en 1999—. Hoy, 21 años después de aquel fenómeno, llega la secuela T2 Trainspotting, con el mismo director (Danny Boyle) y el mismo reparto, y basada en el libro Porno, continuación de aquél que diera nombre y guión a la original.

Hay un problema mayúsculo con T2 Trainspotting y es que, desde los primeros momentos de la película, ésta deja muy claro que apelará tanto como sea posible a la nostalgia, evocando tanto como es posible a la original Trainspotting. Sin embargo, hay un intento genuino de resarcir el daño al hacer de la nostalgia, precisamente, el tema principal de toda la cinta. Es decir, que el tema de la nostalgia y añoranza por los años mágicos del pasado está explícitamente integrado en el guión y no se hace por ocultarlo o disfrazarlo. Este detalle se agradece, pues la cinta no pretende engañar o burlarse de su audiencia, y trata de cumplir su cometido con tanta pasión como en la primera parte, aunque por desgracia no con la misma eficiencia ni el mismo resultado.

Las actuaciones son espléndidas de todo el reparto, y la película es entretenida y sumamente divertida de principio a fin. El hecho de que se recurra de manera constante a momentos icónicos —muy numerosos— de la cinta pasada, es también muy efectivo una vez que se acepta esta tendencia a apoyarse tanto en el pasado. La película es, por otro lado, muy fina en su ejecución, y la cinematografía es vistosa y un poco vanguardista —apropiada, no obstante, al género de comedia negra del filme—. El guión es notable, aunque la trama se siente un tanto dispersa conforme la película avanza. T2 Trainspotting no tiene la chispa de la primera ni su mensaje es tan fuerte. No hay esa esencia que tanto decía del contexto económico y social de una generación apesadumbrada y menospreciada en el Edimburgo de los años noventa —un mensaje que trascendía fácilmente a dicha ciudad y al que se sintieron cercanas muchísimas personas alrededor del mundo—. A pesar de ello, una producción comprometida, y un uso inteligente de las escenas clásicas de la película original, hacen de la película una experiencia muy disfrutable y un cierre digno a las aventuras de los personajes tan queridos de la primera Trainspotting.
Calificación: 3.5/5 respecto a la siguiente escala:——
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
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