GRAVE
(RAW - VORAZ)
Francia, Bélgica. 2016
Grave (distribuida como Raw en el mercado internacional) es la historia de una joven vegetariana y su inicio como estudiante en un colegio veterinario. En un ritual de iniciación, los recién llegados al colegio son obligados por los veteranos del colegio a comer un riñón de conejo crudo, y a partir de ese momento ella desarrolla un apetito insaciable por carne cruda que termina por tornarse en canibalismo. Esta premisa, subversiva desde el inicio, se apoya de un sinfín de elementos estéticos y argumentales para tejer una compleja historia de desolación, de las dificultades para encajar en los complicados cánones de la sociedad contemporánea.
Grave se camufla en su presentación, ocultando su verdadero mensaje bajo la carátula de película de horror con elementos de cine gore. Pero Grave va mucho más allá de eso. Hay todo un trasfondo simbólico muy sutil en su planteamiento pero muy poderoso en su ejecución. Comenzamos con la protagonista, Justine (interpretada por la joven actriz francesa Garance Marillier), cuyo nombre y su relación a aquel personaje mítico del marqués de Sade no es coincidente, y quien se encuentra en una transición de edad difícil en un entorno surreal —la escuela veterinaria— y rodeada de personajes con personalidades muy diferentes a la suya. Basta con observar el contraste entre la conducta de Justine y la de su hermana Alex (Ella Rumpf) o su roomie homosexual, Adrien (Rabah Nait Oufella) para darse cuenta de ello. A pesar de todo, Justine trata de salir adelante en este concepto con una actitud digna que, no obstante, no deja de sentirse resignada.
La sexualidad es una de las herramientas mediante las que la cinta trae a la superficie sus complicados temas centrales, mismos que remarca mediante el uso de diferentes metáforas y simbolismos recurrentes a lo largo de la película. La personalidad diferente de Justine y la poca aceptación que ésta recibe en un entorno hostil y atípico; la negación de Justine a hacer daño o a matar para satisfacer sus deseos carnales, en contraposición con las ansias que dichos deseos le ocasionan; una complicada etapa de autoconocimiento y consecuente autorechazo; éstos son los elementos que conforman un crisol espléndido que termina por explotar en una trama poderosa y original.
La cinta destaca en todos los aspectos estéticos. La cinematografía es espectacular y las técnicas empleadas en la filmación son diversas. Así, se tienen planos secuencia que logran hacer sentirse inmersos en lo que sucede en pantalla, a la vez que se alterna con diferente tomas que logran sensaciones de claustrofobia, ansiedad, incomodidad o, por momentos, horror. La música, por otro lado, es notable. Tanto la música original desarrollada para la película como la selección de canciones —apenas cinco piezas conforman dicha selección— ha sido cuidadosamente pensada y mezclada. El guión es excepcional, y edición hace que sea prácticamente imposible despegar los ojos de la pantalla, a pesar de aquellas escenas que pueden resultar difíciles de observar por sus elementos visuales demasiado gráficos, al más puro estilo de Suspiria, a lo Dario Argento. A pesar de esto, la película destaca por su estética limpia; la iluminación y el diseño de producción hacen de la cinta una experiencia visualmente agradable a pesar de su violencia y los momentos de pura estridencia que por momentos la invaden.
Resulta impresionante el hecho de que Julia Ducournau, la directora de la cinta, cuente con apenas 33 años y haya conseguido hacer un trabajo tan notable tanto en la dirección como en la escritura del guión sin apenas desperfectos. La película resulta ser, además de una obra memorable del cine gore, un estandarte de la liberalidad, la tolerancia, y una fresca visión feminista del hecho de asumirse a uno mismo y las diferentes maneras de manifestarlo; desde la tímida y empática de Justine, hasta la irreverente y despreocupada visión punky de su hermana Alex.
Calificación: 4/5 respecto a la siguiente escala:——
Grave se camufla en su presentación, ocultando su verdadero mensaje bajo la carátula de película de horror con elementos de cine gore. Pero Grave va mucho más allá de eso. Hay todo un trasfondo simbólico muy sutil en su planteamiento pero muy poderoso en su ejecución. Comenzamos con la protagonista, Justine (interpretada por la joven actriz francesa Garance Marillier), cuyo nombre y su relación a aquel personaje mítico del marqués de Sade no es coincidente, y quien se encuentra en una transición de edad difícil en un entorno surreal —la escuela veterinaria— y rodeada de personajes con personalidades muy diferentes a la suya. Basta con observar el contraste entre la conducta de Justine y la de su hermana Alex (Ella Rumpf) o su roomie homosexual, Adrien (Rabah Nait Oufella) para darse cuenta de ello. A pesar de todo, Justine trata de salir adelante en este concepto con una actitud digna que, no obstante, no deja de sentirse resignada.
La sexualidad es una de las herramientas mediante las que la cinta trae a la superficie sus complicados temas centrales, mismos que remarca mediante el uso de diferentes metáforas y simbolismos recurrentes a lo largo de la película. La personalidad diferente de Justine y la poca aceptación que ésta recibe en un entorno hostil y atípico; la negación de Justine a hacer daño o a matar para satisfacer sus deseos carnales, en contraposición con las ansias que dichos deseos le ocasionan; una complicada etapa de autoconocimiento y consecuente autorechazo; éstos son los elementos que conforman un crisol espléndido que termina por explotar en una trama poderosa y original.
La cinta destaca en todos los aspectos estéticos. La cinematografía es espectacular y las técnicas empleadas en la filmación son diversas. Así, se tienen planos secuencia que logran hacer sentirse inmersos en lo que sucede en pantalla, a la vez que se alterna con diferente tomas que logran sensaciones de claustrofobia, ansiedad, incomodidad o, por momentos, horror. La música, por otro lado, es notable. Tanto la música original desarrollada para la película como la selección de canciones —apenas cinco piezas conforman dicha selección— ha sido cuidadosamente pensada y mezclada. El guión es excepcional, y edición hace que sea prácticamente imposible despegar los ojos de la pantalla, a pesar de aquellas escenas que pueden resultar difíciles de observar por sus elementos visuales demasiado gráficos, al más puro estilo de Suspiria, a lo Dario Argento. A pesar de esto, la película destaca por su estética limpia; la iluminación y el diseño de producción hacen de la cinta una experiencia visualmente agradable a pesar de su violencia y los momentos de pura estridencia que por momentos la invaden.
Resulta impresionante el hecho de que Julia Ducournau, la directora de la cinta, cuente con apenas 33 años y haya conseguido hacer un trabajo tan notable tanto en la dirección como en la escritura del guión sin apenas desperfectos. La película resulta ser, además de una obra memorable del cine gore, un estandarte de la liberalidad, la tolerancia, y una fresca visión feminista del hecho de asumirse a uno mismo y las diferentes maneras de manifestarlo; desde la tímida y empática de Justine, hasta la irreverente y despreocupada visión punky de su hermana Alex.
Calificación: 4/5 respecto a la siguiente escala:——
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
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