WAR FOR THE PLANET OF THE APES
(EL PLANETA DE LOS SIMIOS: LA GUERRA)
USA, 2017
Director: Matt Reeves
War for the Planet of the Apes es —al menos hasta que 20th Century Fox cambie opinión— la "épica conclusión" del reboot de Planet of the Apes que comenzó en 2011 con Rise of the Planet of the Apes (aquélla protagonizada por James Franco). Esta vez se cuenta la historia de cómo la comunidad de simios encabezada por Caesar (el simio protagonista de las tres cintas) es acosada por los humanos que no les permiten vivir en paz, y cómo algunos de los elementos de la comunidad de simios se corrompen por el miedo o la ambición.

Uno de los más grandes aspectos de la película es que ésta contiene prácticamente todas las grandes virtudes del cine de Hollywood, y aunque guarde también algunos de sus defectos, éstos son los menos. War for the Planet of the Apes es una película grande, espectacular. Nos presenta un mundo exótico, complejo, masivo y detallado desarrollando una aventura dramática llena de personajes memorables, momentos de tensión y grandes acontecimientos que sencillamente serían imposibles de realizar sin un gran presupuesto y un gran equipo detrás. Los simios lucen mejor que nunca —gracias a la mezcla de motion-capture con efectos generados por computadora—, tanto que la película no teme hacer largos close-ups en sus rostros, y es que además los actores detrás de los simios, encabezados por Andy Serkis (Gollum en The Lord of the Rings) han hecho un trabajo comprometido que logra hacer que se olvide que se trata de personajes ficticios.

Aunque el guión no es ninguna maravilla, es muy acertada la decisión de hacer completo énfasis en los simios, y no en los humanos que se limitan a ser antagonistas y personajes secundarios. La perspectiva de los simios ante un panorama poco alentador es refrescante, y la manera en que actúan y reaccionan ha permitido hacer algunos experimentos y generar las escenas más entretenidas de toda la película. Sin embargo, por momento se siente que esos simios han crecieron viendo películas como Armageddon y Braveheart y sus actitudes se sienten demasiado genéricas, como si las almas de los soldados caídos en todas las películas cursis de guerra de Hollywood se hubieran apoderado de sus cuerpos simiescos.

Otra de las debilidades de la cinta está en los aspectos temáticos que se concentran detrás de la trama. En la predecesora de esta cinta, Battle for the Planet of the Apes, se había desarrollado una dualidad compleja entre las diferentes filosofías de los dos líderes de los simios, Koba y Caesar, mostrándose el uno por completo hostil hacia los humanos y el otro con una postura más conservadora y encaminada a la sana convivencia —algo así como la dualidad entre Magneto y Charles Xavier de X-Men—. Aquí se ha sacrificado dicha complejidad y se muestra una historia de venganza y el aprendizaje que ella conlleva, aunque el guión hace uso de varios elementos que juegan con aspectos morales y éticos que ayudan a que la película no se disuelva tan fácil en su faceta dramática.

War for the Planet of the Apes destaca más en su producción y presentación —donde alcanza niveles extraordinarios— que en los argumentales e incluso cinematográficos. Si bien ni la fotografía ni la música son malas, por ejemplo, tampoco hacen que destaque la cinta; sus fortalezas, pues, están en otro lado. Y no es que ello sea malo ni insuficiente, es tan sólo que es difícil no notar —y anhelar— lo que se hubiera logrado si no se hubieran descuidado dichos aspectos en beneficio de la sola presentación.
Calificación: 3.5/5 respecto a la siguiente escala:——
USA, 2017
Director: Matt Reeves
Director: Matt Reeves
War for the Planet of the Apes es —al menos hasta que 20th Century Fox cambie opinión— la "épica conclusión" del reboot de Planet of the Apes que comenzó en 2011 con Rise of the Planet of the Apes (aquélla protagonizada por James Franco). Esta vez se cuenta la historia de cómo la comunidad de simios encabezada por Caesar (el simio protagonista de las tres cintas) es acosada por los humanos que no les permiten vivir en paz, y cómo algunos de los elementos de la comunidad de simios se corrompen por el miedo o la ambición.

Uno de los más grandes aspectos de la película es que ésta contiene prácticamente todas las grandes virtudes del cine de Hollywood, y aunque guarde también algunos de sus defectos, éstos son los menos. War for the Planet of the Apes es una película grande, espectacular. Nos presenta un mundo exótico, complejo, masivo y detallado desarrollando una aventura dramática llena de personajes memorables, momentos de tensión y grandes acontecimientos que sencillamente serían imposibles de realizar sin un gran presupuesto y un gran equipo detrás. Los simios lucen mejor que nunca —gracias a la mezcla de motion-capture con efectos generados por computadora—, tanto que la película no teme hacer largos close-ups en sus rostros, y es que además los actores detrás de los simios, encabezados por Andy Serkis (Gollum en The Lord of the Rings) han hecho un trabajo comprometido que logra hacer que se olvide que se trata de personajes ficticios.

Aunque el guión no es ninguna maravilla, es muy acertada la decisión de hacer completo énfasis en los simios, y no en los humanos que se limitan a ser antagonistas y personajes secundarios. La perspectiva de los simios ante un panorama poco alentador es refrescante, y la manera en que actúan y reaccionan ha permitido hacer algunos experimentos y generar las escenas más entretenidas de toda la película. Sin embargo, por momento se siente que esos simios han crecieron viendo películas como Armageddon y Braveheart y sus actitudes se sienten demasiado genéricas, como si las almas de los soldados caídos en todas las películas cursis de guerra de Hollywood se hubieran apoderado de sus cuerpos simiescos.

Otra de las debilidades de la cinta está en los aspectos temáticos que se concentran detrás de la trama. En la predecesora de esta cinta, Battle for the Planet of the Apes, se había desarrollado una dualidad compleja entre las diferentes filosofías de los dos líderes de los simios, Koba y Caesar, mostrándose el uno por completo hostil hacia los humanos y el otro con una postura más conservadora y encaminada a la sana convivencia —algo así como la dualidad entre Magneto y Charles Xavier de X-Men—. Aquí se ha sacrificado dicha complejidad y se muestra una historia de venganza y el aprendizaje que ella conlleva, aunque el guión hace uso de varios elementos que juegan con aspectos morales y éticos que ayudan a que la película no se disuelva tan fácil en su faceta dramática.

War for the Planet of the Apes destaca más en su producción y presentación —donde alcanza niveles extraordinarios— que en los argumentales e incluso cinematográficos. Si bien ni la fotografía ni la música son malas, por ejemplo, tampoco hacen que destaque la cinta; sus fortalezas, pues, están en otro lado. Y no es que ello sea malo ni insuficiente, es tan sólo que es difícil no notar —y anhelar— lo que se hubiera logrado si no se hubieran descuidado dichos aspectos en beneficio de la sola presentación.
Calificación: 3.5/5 respecto a la siguiente escala:——
DUNKIRK
EEUU, U.K., Francia, Holanda; 2017
Director: Cristopher Nolan
Dunkirk habla de un momento histórico en particular: la retirada de las tropas aliadas en 1940 tras la invasión de Francia por los soldados del ejército Nazi. En ese momento, miles de soldados debían ser evacuados desde la ciudad de Dunkerque, en Francia. No hay mucho más qué decir de la trama de la cinta y, sin embargo, Cristopher Nolan ha logrado decir tanto con tan poco y en un tema tan explotado como es la Segunda Guerra Mundial que logra hacer de Dunkirk la mejor película bélica en años.

La historia de la cinta se aborda desde tres perspectivas distintas: desde tierra, abarcando un espacio de una semana; desde el mar, abarcando un espacio de un día; y desde el aire, con un espacio de una hora. Las tres perspectivas se intercalan de manera no lineal, y es así como se puede observar cómo los diferentes personajes —en realidad no hay un protagonista claro— lidian con las diferentes vicisitudes que se les presentan.
Todos los elementos que conforman a Dunkirk contribuyen a la creación de una tensión constante. Por un lado, la no linealidad de la que ya se habló —ejecutada de manera magistral gracias a una excelente edición—; por otro lado, el estoicismo del guión, la casi nulidad de diálogos y la completa ausencia de pláticas banales e insustanciales; por último, la música compuesta por Hans Zimmer: un soundtrack impresionante, en perpetuo in crescendo, en perpetua tensión, como el segundero de un reloj que vaticina la muerte... La música, en realidad, un personaje más de la cinta. En los momentos de calma, la película se siente como sumida en un ojo de huracán, con el peligro cerca, con la certeza de que algo está por salir mal. La noción de que la salvación está tan cerca de los personajes —al otro lado del mar, a una distancia en que la costa de Inglaterra se puede observar— y al mismo tiempo tan lejana, ya que éstos no pueden hacer más que esperar, crea una atmósfera opresiva y pesimista.

La dirección de Cristopher Nolan, que además ha escrito el guión, es memorable. Ésta es una de sus mejores películas, y una mejoría desde Interstellar —que, no se malentienda, es también una buena película—. Se nota la dedicación que ha puesto en el proyecto y el cuidado que ha puesto en cada detalle; la manera en que ha dirigido a los actores también contribuye a la atmósfera general de la película, y el ensamble es excelente, a pesar de la corta trayectoria de algunos de los integrantes: Fionn Whitehead, Tom Glynn-Carney, Kenneth Branagh, Tom Hardy —este último, por decisión de Nolan, aparece la mayor parte de la cinta con el rostro cubierto salvo los ojos. Éstos, sin embargo, logran expresar muy bien las emociones de Hardy, cuya actuación es irónicamente notable—, entre muchos otros. Los alemanes nazis persiguen a los protagonistas como una sombra sin rostro, como una amenaza fantasma pero latente, y la cinematografía es espectacular, con tomas magníficas y una gama de colores triste pero nítida. Como ya se ha dicho, cada aspecto de la película ha sido cuidadosamente ejecutado.

Dunkirk será una de las mejores películas del año y un referente en lo relacionado a películas bélicas. Cristopher Nolan ha conseguido crear una obra de arte con apenas algunos defectos argumentales, y es que no deja de ser un poco cansado que esta clase de obras se tornen demasiado patrióticas y acarameladas, inclinando inevitablemente la balanza hacia uno de los dos lados sin ser demasiado críticas hacia los pecados de todos los bandos. Dicha característica es una de las pocas quejas que pueden encontrarse en esta imperdible pieza.
Calificación: 4.5/5 respecto a la siguiente escala:——
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
Director: Cristopher Nolan
Dunkirk habla de un momento histórico en particular: la retirada de las tropas aliadas en 1940 tras la invasión de Francia por los soldados del ejército Nazi. En ese momento, miles de soldados debían ser evacuados desde la ciudad de Dunkerque, en Francia. No hay mucho más qué decir de la trama de la cinta y, sin embargo, Cristopher Nolan ha logrado decir tanto con tan poco y en un tema tan explotado como es la Segunda Guerra Mundial que logra hacer de Dunkirk la mejor película bélica en años.

La historia de la cinta se aborda desde tres perspectivas distintas: desde tierra, abarcando un espacio de una semana; desde el mar, abarcando un espacio de un día; y desde el aire, con un espacio de una hora. Las tres perspectivas se intercalan de manera no lineal, y es así como se puede observar cómo los diferentes personajes —en realidad no hay un protagonista claro— lidian con las diferentes vicisitudes que se les presentan.
Todos los elementos que conforman a Dunkirk contribuyen a la creación de una tensión constante. Por un lado, la no linealidad de la que ya se habló —ejecutada de manera magistral gracias a una excelente edición—; por otro lado, el estoicismo del guión, la casi nulidad de diálogos y la completa ausencia de pláticas banales e insustanciales; por último, la música compuesta por Hans Zimmer: un soundtrack impresionante, en perpetuo in crescendo, en perpetua tensión, como el segundero de un reloj que vaticina la muerte... La música, en realidad, un personaje más de la cinta. En los momentos de calma, la película se siente como sumida en un ojo de huracán, con el peligro cerca, con la certeza de que algo está por salir mal. La noción de que la salvación está tan cerca de los personajes —al otro lado del mar, a una distancia en que la costa de Inglaterra se puede observar— y al mismo tiempo tan lejana, ya que éstos no pueden hacer más que esperar, crea una atmósfera opresiva y pesimista.

La dirección de Cristopher Nolan, que además ha escrito el guión, es memorable. Ésta es una de sus mejores películas, y una mejoría desde Interstellar —que, no se malentienda, es también una buena película—. Se nota la dedicación que ha puesto en el proyecto y el cuidado que ha puesto en cada detalle; la manera en que ha dirigido a los actores también contribuye a la atmósfera general de la película, y el ensamble es excelente, a pesar de la corta trayectoria de algunos de los integrantes: Fionn Whitehead, Tom Glynn-Carney, Kenneth Branagh, Tom Hardy —este último, por decisión de Nolan, aparece la mayor parte de la cinta con el rostro cubierto salvo los ojos. Éstos, sin embargo, logran expresar muy bien las emociones de Hardy, cuya actuación es irónicamente notable—, entre muchos otros. Los alemanes nazis persiguen a los protagonistas como una sombra sin rostro, como una amenaza fantasma pero latente, y la cinematografía es espectacular, con tomas magníficas y una gama de colores triste pero nítida. Como ya se ha dicho, cada aspecto de la película ha sido cuidadosamente ejecutado.

Dunkirk será una de las mejores películas del año y un referente en lo relacionado a películas bélicas. Cristopher Nolan ha conseguido crear una obra de arte con apenas algunos defectos argumentales, y es que no deja de ser un poco cansado que esta clase de obras se tornen demasiado patrióticas y acarameladas, inclinando inevitablemente la balanza hacia uno de los dos lados sin ser demasiado críticas hacia los pecados de todos los bandos. Dicha característica es una de las pocas quejas que pueden encontrarse en esta imperdible pieza.

La historia de la cinta se aborda desde tres perspectivas distintas: desde tierra, abarcando un espacio de una semana; desde el mar, abarcando un espacio de un día; y desde el aire, con un espacio de una hora. Las tres perspectivas se intercalan de manera no lineal, y es así como se puede observar cómo los diferentes personajes —en realidad no hay un protagonista claro— lidian con las diferentes vicisitudes que se les presentan.
Todos los elementos que conforman a Dunkirk contribuyen a la creación de una tensión constante. Por un lado, la no linealidad de la que ya se habló —ejecutada de manera magistral gracias a una excelente edición—; por otro lado, el estoicismo del guión, la casi nulidad de diálogos y la completa ausencia de pláticas banales e insustanciales; por último, la música compuesta por Hans Zimmer: un soundtrack impresionante, en perpetuo in crescendo, en perpetua tensión, como el segundero de un reloj que vaticina la muerte... La música, en realidad, un personaje más de la cinta. En los momentos de calma, la película se siente como sumida en un ojo de huracán, con el peligro cerca, con la certeza de que algo está por salir mal. La noción de que la salvación está tan cerca de los personajes —al otro lado del mar, a una distancia en que la costa de Inglaterra se puede observar— y al mismo tiempo tan lejana, ya que éstos no pueden hacer más que esperar, crea una atmósfera opresiva y pesimista.

La dirección de Cristopher Nolan, que además ha escrito el guión, es memorable. Ésta es una de sus mejores películas, y una mejoría desde Interstellar —que, no se malentienda, es también una buena película—. Se nota la dedicación que ha puesto en el proyecto y el cuidado que ha puesto en cada detalle; la manera en que ha dirigido a los actores también contribuye a la atmósfera general de la película, y el ensamble es excelente, a pesar de la corta trayectoria de algunos de los integrantes: Fionn Whitehead, Tom Glynn-Carney, Kenneth Branagh, Tom Hardy —este último, por decisión de Nolan, aparece la mayor parte de la cinta con el rostro cubierto salvo los ojos. Éstos, sin embargo, logran expresar muy bien las emociones de Hardy, cuya actuación es irónicamente notable—, entre muchos otros. Los alemanes nazis persiguen a los protagonistas como una sombra sin rostro, como una amenaza fantasma pero latente, y la cinematografía es espectacular, con tomas magníficas y una gama de colores triste pero nítida. Como ya se ha dicho, cada aspecto de la película ha sido cuidadosamente ejecutado.

Dunkirk será una de las mejores películas del año y un referente en lo relacionado a películas bélicas. Cristopher Nolan ha conseguido crear una obra de arte con apenas algunos defectos argumentales, y es que no deja de ser un poco cansado que esta clase de obras se tornen demasiado patrióticas y acarameladas, inclinando inevitablemente la balanza hacia uno de los dos lados sin ser demasiado críticas hacia los pecados de todos los bandos. Dicha característica es una de las pocas quejas que pueden encontrarse en esta imperdible pieza.
Calificación: 4.5/5 respecto a la siguiente escala:——
1: Terrible
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
2: Mala
3: Buena
4: Excelente
5: Legendaria
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